¿Cómo saber si tienes un niño(a) interior herido(a)? Presta atención a las siguientes señales
Muchas de las inseguridades de tu presente se remontan a tu infancia, aunque no recuerdes qué fue precisamente lo que te dañó cuando eras una niña. Tu personalidad se construye a base de vivencias y experiencias que te marcaron en distintas etapas de tu vida, ya sean positivas y negativas. De hecho, existen algunas señales que indican que tienes heridas de la infancia que lamentablemente no has podido sanar. ¿Cuáles son? Aquí te decimos algunas de ellas...
Señales de que tienes heridas de la infancia sin sanar
¿Cómo saber si tienes un niño(a) interior herido(a)? Presta atención a las siguientes señales que revelan que una parte de ti pudo haber quedado dañada, abandonada o sin resolver.
- Relaciones disfuncionales
Ya sea amistosa, profesional o de pareja, tienes dificultades para establecer límites y confiar en los demás. Expresar tus necesidades emocionales resulta ser todo un reto, así como establecer conexiones íntimas y significativas con los demás.
- Síndrome de la niña buena
Se trata de un patrón de conducta o tendencia que tienen ciertas mujeres a cumplir con las expectativas —que ha impuesto la sociedad— de ser sumisas, amables, complacientes y obedientes. Estas son las señales de que creciste siendo una niña “perfecta”, pero no feliz.
- Baja autoestima
Eres muy dura contigo misma y tiendes a recurrir a la autocrítica. Te juzgas constantemente por tus errores y no celebras tus victorias. Te crees inferior a los demás en todos los sentidos, lo que hace que sientas que no mereces ser una persona exitosa y amada.
- Síndrome del impostor
Se trata de esa creencia de que los logros o triunfos no son por su esfuerzo, capacidad o talento, sino son producto de un “golpe de suerte”, o de la ayuda de los demás. Es un pensamiento recurrente e irracional que no permite tener confianza en sí mismo. Se sabe que Emma Watson, Michelle Obama y hasta Neil Armstrong lo han padecido.
- Reacciones emocionales desproporcionadas
Tiendes a reaccionar de forma exagerada ante las adversidades y ciertas situaciones. Puede ser que tengas problema para controlar el estrés, la ira, el miedo y la impulsividad. Te es muy difícil abordar los problemas con racionalidad, equilibrio y claridad.