El “No tengo amigas” es el nuevo “No tengo nada que ponerme”
“Puedes contar a tus amigos con los dedos de una mano”. Hace años me rehusaba a aceptarlo, era de las personas que consideraba tenía muchas amigas que iban a estar para toda la vida. Conforme pasó el tiempo, distintas circunstancias nos han llevado a vernos cada vez menos, a distanciarnos o incluso separarnos. Ni siquiera un friendship breakup sino un friendship ghosting en mi caso es el que más se ha manifestado cuando pasas los 30. Sabes que tus amigas están ahí (sobre todo cuando las necesites -eso dicen), pero es como abrir tu clóset lleno de ropa para de todas formas exclamar: “¡No tengo nada que ponerme!”.
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Por DAFNE RUIZ La realidad es que algunas prendas de plano ya no nos gustan o dejaron de ser nuestro estilo. Lo mismo pasa con la amistad. Hemos cambiado tanto que se perdió la afinidad o compatibilidad. También para lo que usamos por temporada o por ocasión. Sabes con qué amiga puedes hacer qué o a quien llamar si quieres escuchar lo que deseas, o por el contrario, a otra para que te diga que por ahí no. Los vestidos de fiesta están colgados para cuando se antoja ir por unos drinks coquetos, ¿pero qué pasa si esos vestidos ya están casados o con hijos? No salen, punto. Recuerdo cuando Carrie Bradshaw juntó a su grupito en la primera peli de Sex & The City para hacer un closet detox… Take or Toss. Así ahora pero con las amigas.
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Al diablo la ciencia
Antes reunirse en los cumpleaños y las cenas de Navidad eran fechas obligadas (a veces así lo parecían), hoy ya ni siquiera importan. La gente cree que el confinamiento desencadenó un aislamiento social; en mi opinión, todo se reduce al hartazgo, la fatiga, así como la falta de interés. No importa qué tanto la ciencia me diga sobre los beneficios que te da el salir con tus amigas… A ellas les vale igual. Armar un plan es una tarea casi imposible y que juro que en los grupos de WhatsApp domina la manifestación de un solo pensamiento: “Ojalá que se cancele”. Hace un par de días me preguntaron por una investigación que estoy haciendo para la edición impresa de Cosmo. Les dije que cuando nos viéramos les contaría. Exigieron un adelanto porque “Uy, de aquí a que todas podamos”.
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No digo que no quieran verme. Es más, entiendo que nuestras responsabilidades son distintas. Algunas como mamás les cuesta trabajo encontrar un tiempo, incluso prefieren aprovecharlo para ellas mismas. Lo cual no está mal porque yo aprendí a hacer eso. En lugar de ir acompañada por unos vinos, al cine, o incluso de viaje, he tenido oportunidad de hacer lo que se me de la regalada gana. Todo mundo piensa que el momento perfecto para enfocarte en ti es cuando terminas una relación, sobre todo un noviazgo o matrimonio, olvidando que los lazos de amistad también acaban o se enfrían. Ahí debes de aprovechar para disfrutar de tu compañía, apapacharte y conocerte mejor. Cero lamentos de “no tengo amigas”. Ya sabes que la vida no termina con el “no tengo nada que ponerme”.
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¿Pero debo luchar por conservar esa amistad?
No. Todas las relaciones implican un 50 y 50. Descubrí en gran parte que la que mantenía esas tantas amistades a flote era yo en un 70. La mayor parte del tiempo era quien llamaba u organizaba el plan. No puedo culpar a nadie, solo responsabilizarme de lo que hice. No me defenderé con el “lo di todo”, “no quedó en mí”. Cuando escribí sobre codependencia en 2018, entendí por qué daba y por qué me esmeraba tanto. No es justo en absoluto. En los momentos más difíciles algunas estuvieron, otras ni se enteraron. Respecto a la envidia, existió, lo cual me demostró que jamás fue una amistad sincera. Que te digan comentarios hirientes o incluso apliquen el gaslighting te hace reflexionar, te hace decir: se acabó, it’s over, c’est fini. Lo anterior es muy diferente a cometer errores. Por supuesto que no todos los casos son iguales. Dependerá de ti decidir qué hacer. Solo por favor no te aferres a los años que lleven de conocerse, te lo digo por experiencia. Tampoco porque creas que no podrás hacer amigas más adelante. Puede que no sea fácil, pero no por ello es imposible. Una de mis amigas más cercanas, después de que se casó se fue a vivir a San José del Cabo. En un par de años ya podía presumir de un squad que cada año se va de girls trip. Tampoco te preocupes por convertirte en una cat lady, plant mom o cualquier término que no incluya relaciones interpersonales. La crucial es contigo y puedo confirmarte que esa felicidad incondicional no caduca ni te va a aplicar la fantasmal.