Kaley Cuoco, la vida después de The Big Bang Theory

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Justo cuando Kaley Cuoco, de The Big Bang Theory, estaba lista para establecerse en la felicidad doméstica, sus planes estallaron en su rostro. ¿Lloró? A mares. ¿Desesperación? Un poco. ¿Rendirse? De ninguna manera. La reina de la pantalla chica revela sus secretos para volver a ponerse de pie y esculpir un abdomen como el que tiene. Kaley Cuoco ha llegado temprano para su cena en el restaurante Rustic Canyon en Santa Mónica, California, y ya está comiendo un plato de burrata (crema de queso fresco italiano) y, ¿por qué no?, bebiendo una copa de vino rosado. Se encontraba en un breve paréntesis de The Big Bang Theory, la comedia número uno de CBS que recién terminó. Tan pronto como termine la sesión, ella se dirigirá al aeropuerto para tomar un vuelo corto a San Diego para pasar un fin de semana romántico con su novio, el deportista ecuestre Karl Cook. “Básicamente trabajaba durante todo el año, hacíamos 24 shows en 12 meses”, dice, pidiendo dumplings de ricotta como plato principal, junto con otra copa de vino. Kaley Cuoco también cuida mucho su cuerpo y se nota. Con un estilo súper californiano luce linda en unos boyfriend jeans y una tank blanca, con un sombrero de ala ancha tirado hasta la parte superior de sus ojos color avellana, además de tener tríceps y deltoides más que tonificados. kaley-cuoco-II-foto-WH El tipo de musculatura que ruega por ser felicitado. Así que hago los honores, esperando esa falsa modestia, no puedo aceptar ese juego de elogios que tantas mujeres juegan. “Gracias. Me esforcé muy duro para esto”, explica. Más refrescante que el vino rosado, Kaley Cuoco, de recién cumplidos 32 años, le da crédito a su rutina de hot yoga y ciclismo, pero al mismo tiempo es igual de honesta sobre qué más ha hecho con su anatomía. Y según los estándares de Hollywood, sus revelaciones son casi impactantes. “Hace unos años me arreglé la nariz”, dice casualmente. “Y mis bubis son la parte que más he mejorado. Recientemente me sometí a un relleno en una línea de mi cuello que he tenido desde los 12. Por más que quieras amar a tu yo interior... lo siento, también quieres verte bien. No creo que debas hacerlo por un hombre o por cualquier otra persona, pero si te hace sentir segura, eso es increíble”, añade la actriz.

RECOGIENDO LOS PEDAZOS

Sin duda, la confianza corre por las venas de Kaley. Pero es el producto de heridas curadas, ya que está brindando por la recuperación de lo que fue, según todas las medidas, un año muy malo. Se cumplen casi tres años de que ella y su esposo, el tenista Ryan Sweeting, anunciaron su separación (duraron casados poco menos de dos años). Esto la dejó devastada y reevaluando sus pensamientos sobre el amor y el matrimonio. “Yo estaba como, ‘todos verán esto, será la portada de todo’”, recuerda con los ojos llorosos. “Me sentí como el mayor fracaso”. Desde que la pareja se había casado apenas seis meses después de conocerse, “cada artículo (era como), ‘te lo dije, sabíamos que no duraría’”. Una dolorosa casualidad de la ruptura: los inminentes planes de ella para la maternidad. De su círculo íntimo, “fui la primera que se desposó y estaba lista para tener una familia”, comenta. Luego me divorcié y cuatro de mis mejores amigas se embarazaron. “Yo estaba como, ‘¿estoy celosa? ¿Por qué me siento así?’”. Relacionado: “La técnica perfecta para hacer un plank por Kaley” Nadie la habría culpado si hubiera encontrado a sus nuevos BFF en una caja de helado de tamaño Costco, pero Kaley se negó a ceder ante el cliché. Se puso sus camisetas más inspiradoras (piensa en “cien por ciento buenas vibras” y “sé amable siempre”) y buscó la comodidad de sus clases grupales de fitness favoritas. Ella es una amante del yoga, particularmente el programa CorePower y su clase Yoga Sculpt, un entrenamiento de sudor de 60 minutos que combina cardio y levantamiento de pesas. “No me encuentro tan metida en la meditación”, confiesa sobre la práctica tradicional del mat. “No estoy allí para sentarme y tener ‘un momento’. Cuando me topé con CorePower Yoga –en 2013–, en mi cabeza quedó la sensación de que había perdido algo así como cinco kilos después de cada clase”. De hecho, los gramos de grasa no fueron las únicas cosas eliminadas. “He llorado numerosas veces en yoga. La mejor parte es que estoy sudando tanto que nadie nota mis lágrimas”. También en su programa de ejercicios de cinco días a la semana: sus viajes a SoulCycle y sus paseos catárticos, te empujan al límite de las playlists más emo. “Está tan oscuro que puedes llorar ahí también”, comenta sobre los estudios a la luz de las velas. “Todos pasamos por fuertes situaciones en nuestras vidas, cada uno de nosotros”.

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UN ESPACIO DE CURACIÓN

Los fines de semana buscaba la soledad en su rancho ubicado en Simi Valley, California, donde pasaba el día recorriendo kilómetros de senderos en uno de sus siete caballos. Esto no sólo era bueno para mantener sus abdominales (“literalmente los aprietas cada segundo que intentas quedarte en la silla de montar”), sino que le dio tiempo y espacio para reconstruir. “Durante un mes consecutivo, hablaba con mi caballo y únicamente lloraba. Al fin salí y el llanto no llegó. Yo estaba como, ‘creo que en realidad superé esto’”. El divorcio se concretó y, aunque lo peor del dolor había disminuido, Kaley Cuoco fue muy cautelosa con sus amigos, familiares e incluso con la prensa, y no quiso confesarles la duda que la hacía preguntarse: “¿Alguna vez me casaré de nuevo? ¿Volveré a amar?”. “Entonces me topé con Karl, literalmente chocamos los brazos en un espectáculo de caballos hace meses y ambos dijimos: ‘Oh, lo siento’, y todo cambió. Lo miré y él me miró”... El hijo de 26 años de Scott Cook, fundador de la firma de software tributario Intuit, estuvo ahí como participante, y rápidamente ambos descubrieron que tienen un amor de toda la vida por montar a caballo (hace una carrera de eso, y ella también compite bajo un alias). Igualmente comparten las mismas iniciales (¡KC al cuadrado!). Y, coincidencia del destino, prácticamente tienen los mismos apellidos. “Cuoco significa ‘cocinar’ en italiano”, explica. “Mientras crecía, mi familia siempre usaba ‘Cook’ cuando hacíamos reservas o cualquier cosa, porque nadie podía deletrear Cuoco. Incluso me llamaron Kaley Cook algunas veces”. De ahí su manejo de Instagram, @NormanCook, nombrado así por uno de sus perros. “¡Tuve que explicar eso! Karl pensó que estaba loca. Yo andaba como, ‘¡no, lo he tenido durante años!’”. En estos días, la pareja pasa casi todos los fines de semana reunida, incluido el que está a 60 minutos de comenzar. “Le he hablado 47 veces hoy: ‘Te veré en ¡seis horas!’. ¡Ya faltan cinco!”. ¿Sus planes? “Escondernos durante los próximos cuatro días, montar a caballo y cocinar todas las noches”.

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Si Kaley Cuoco se sale con la suya, ese escenario, los caballos, la cocina, eventualmente serán su vida 24/7. (Además de la maternidad: “Estoy destinada a ser mamá”, dice segura). Con The Big Bang Theory y su final en la décima temporada. Luego, explica: “no me veo a mí misma haciendo televisión otra vez”, aunque no ha decidido a qué, profesionalmente, podría dedicarse ahora. Para Kaley Cuoco, nada puede compararse con trabajar en Big Bang o en el programa que asegura cambió su vida: Las 8 Simple Rules de ABC, que se transmitió de 2002 a 2005. La artista tenía 16 años cuando consiguió su papel principal, interpretando a la hija del fallecido John Ritter hasta su muerte repentina, luego de un día en el set en 2003. “Pienso en John todos los días”, señala. “Él está ahí siempre y en todo”. También lo son sus padres, a quienes atribuye haberle enseñado que la clave de la felicidad es tener muchas pasiones. “Cuando era más joven, recibía clases de equitación, de arte, iba a audiciones. Nada fue decepcionante. ¿Cómo haces que una niña comprenda el perder un trabajo de actuación a los ocho de edad? No importaba: estaba haciendo pijamadas con amigas y daba lecciones de tenis, tenía perros y responsabilidades. Es lo mismo para mí hoy. No pongo todos mis huevos en una canasta”. Con sus papás acercándose a su aniversario 38 de bodas, Kaley Cuoco dice que está volviendo a creer en “la santidad del matrimonio”. Incluso está pensando en comprometerse de nuevo. “¡Absolutamente!”, dice, “¡nunca sabes!”. Relacionado: “Las posiciones de yoga de Kaley Cuoco”

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