Si alguna vez has sentido que reaccionas al estrés como tu mamá o que tu temperamento se parece al suyo, puede que la ciencia tenga una explicación. Aunque no heredamos su sistema nervioso de manera exacta, sí hay una gran influencia genética y ambiental que moldea nuestra respuesta emocional y cerebral desde antes de nacer.
El ADN mitocondrial, que solo se hereda de la madre, juega un papel clave en la función de nuestras neuronas, lo que podría influir en cómo nuestro cerebro procesa las emociones y el estrés. Además, el ambiente uterino tiene un impacto profundo en el desarrollo del sistema nervioso del bebé. Estudios han demostrado que altos niveles de estrés materno durante el embarazo pueden afectar la forma en que el cerebro del bebé responde a estímulos en el futuro, aumentando la sensibilidad al estrés o la ansiedad.
Pero la genética no es la única responsable. La forma en que nos crían también moldea nuestro sistema nervioso. Si creciste en un ambiente sereno, donde se te enseñó a manejar la ansiedad con calma, es más probable que tu cerebro haya aprendido a responder de manera similar. En cambio, si el entorno fue caótico o con altos niveles de estrés, tu sistema nervioso pudo haberse programado para reaccionar de manera más intensa ante ciertas situaciones.
Entonces, ¿qué tanto influye nuestra mamá en cómo somos? La respuesta es que su impacto es significativo tanto a nivel biológico como en la crianza. No heredamos su sistema nervioso como una copia exacta, pero sí ciertos componentes clave que pueden definir nuestra forma de enfrentar la vida. Al final, somos una mezcla de lo que llevamos en los genes y lo que aprendemos del mundo que nos rodea.