Como el resto de mi familia, siempre he sido alta, pero a diferencia de ellos, también he tenido sobrepeso desde que era joven. La mayoría de las comidas en mi familia consistían en alimentos rápidos y no tan nutritivos como la dieta keto. Terminé perdiendo 35 kilos cuando tenía 17 años, pero no de una manera saludable sinceramente me maté de hambre (corté drásticamente las calorías y me salté las comidas), lo que terminó empeorando mi relación con la comida. Poco después, quedé embarazada y recuperé casi todo el peso. Pero lo perdí de nuevo debido al estrés después de que mi hija muriera a las cinco semanas de vida, aumente de peso por un tiempo después de eso (evitaba procesar la pérdida de mi hija y me entregaba a hábitos poco saludables), hasta que llegue a mi mayor peso: 125 kilos, después del nacimiento de mi segunda hija. El punto de inflexión llegó cuando me enteré de un amigo que había perdido peso recientemente a través de la dieta cetogénica. Probé todas las diferentes dietas de moda (la dieta de la sopa de repollo, que restringía drásticamente las calorías), pero nada se me había gustado hasta que probé la dieta keto. Comencé oficialmente la dieta keto en agosto de 2016. Al principio, la pérdida de peso fue bastante fácil: perdí 31 kilos en poco menos de un año con la dieta keto, pero luego me estanqué, me relajé en mi dieta y aunque no estaba comiendo nada de lo que solía comer, todavía no estaba comiendo tan conscientemente como podía. DE VUELTA A LA DIETA KETO Una vez que volví a comprometerme, perdí 18 kilos adicionales, llevando mi pérdida de peso total a 50 kilos en dos años y tres meses. Ahora, mi vida se trata de mantenimiento, mi objetivo es estar saludable, no flaca. Trato de mantener mis carbohidratos netos en 20 gramos o menos por día, y aunque tengo la comida ocasional para hacer trampa, no tendré un día completo libre. Mi dieta es bastante estricta, pero no me siento restringida. Me gusta preparar mis propias comidas, así que generalmente tengo algo en la olla de cocción o preparo pollo el domingo por la noche que comeré durante toda la semana. Aquí la lista de comida que hago regularmente:
- Desayuno: Chía y pudín de cáñamo.
- Almuerzo: un trozo de pollo con medio aguacate.
- Cena: carne roja (últimamente ha sido venado) con verduras al vapor.
Snack: un puñado de nueces, un cuadro de chocolate negro que está hecho de al menos 85 por ciento de cacao, o bocadillos gomosos. En cuanto al ejercicio lo hago en casa. Trato de encontrar maneras de trabajar en el ejercicio como parte de mi vida diaria: camino al menos cinco kilómetros por día y hago ejercicios de pesas y de resistencia en casa durante 45 minutos a una hora cinco veces por semana. Pero, honestamente, soy mucho menos estricta respecto a mi ejercicio que otros aspectos de mi estilo de vida, por ejemplo, si tengo muchas cosas que hacer, no me siento culpable por reducir mi entrenamiento. La salud es una prioridad, por supuesto, pero no quiero que mi hija me vea pasar por alto una comida o sacrificar constantemente el tiempo o dormir para hacer ejercicio. AÚN ME ACOSTUMBRO A MI NUEVO CUERPO Aunque nunca he acudido a un médico para un diagnóstico oficial, casi siento que he desarrollado dismorfia corporal desde que perdí peso. No necesariamente me veo a mí misma como una persona delgada, y me cuesta mucho ver una diferencia entre las fotos actuales y las viejas de mí. Ahora que empecé a salir de nuevo en citas, siempre temo que me vean de la manera que todavía me veo a mí misma, con sobrepeso. Esta lucha por verme a mí misma como me ven los demás ha sido bastante horrible. Dicho esto, todavía no cambiaría nada en mi viaje a un peso sano. Tengo más trabajo que hacer, pero todo este proceso ha valido la pena, no solo por mi salud, sino también por la de mi hija. Estaba tan abrumada cuando me di cuenta de que tenía que cambiar mi vida, pero lo hice y ahora otras personas sabrán que también pueden hacerlo. Relacionado: “Entonces... ¿Qué es la dieta keto?
