La famosa psicoterapeuta, Whitney Goodman, tiene una forma distinta de ver la psicología pop superficial. Ella ilustra los límites de los pensamientos positivos y la gratitud mediante la aceptación de los altibajos de la vida. Esta forma de pensar nos ayuda a ser más realistas y a vivir menos presionados. Sigue leyendo y descubre todo lo que me contó la autora de Positividad tóxica al respecto.
La psicoterapeuta, Whitney Goodman, escribió Positividad tóxica para denunciar la tiranía de la positividad que abunda en las redes sociales y que es reproducida en las familias y en el trabajo, con un enfoque para millenials y centenialls. El objetivo de este libro es ayudarnos a navegar por esas emociones difíciles que nacen de momentos complicados y a no acomodarnos en una falsa positividad, sino a enfrentarnos a nuestros problemas, atravesarlos y entender cómo manejarnos en la positividad real, con amabilidad hacia nosotros mismos y sin fingimientos.
“Trato de escribir cosas que sean honestas y que sean fáciles de leer. En general suelo concentrarme típicamente en relaciones familiares y en temas que hacen que la gente batalle un poco respecto a su salud mental. Así que la positividad tóxica fue uno de esos y en cuanto lo detecté y lo descubrí, supe que tenía que escribir al respecto”, me cuenta sobre su sello como autora.
Deja de perseguir la felicidad y serás más feliz; así es como puedes despedirte de la positividad tóxica
¿Qué es la positividad tóxica?
De acuerdo a Goodman, es la presión incesante para estar siempre felices y positivos sin importar las circunstancias. Es algo que podemos recibir o que podemos usar también hacia otras personas.
Pensar siempre positivo puede ser traicionero…
“Cuando pensamos positivamente todo el tiempo, nos perdemos de mucha información y no entendemos qué nos están queriendo decir nuestros sentimientos. No podemos tomar buenas decisiones y tampoco podemos vivir alineados con lo que realmente queremos en la vida. Vamos a batallar también con las relaciones porque no vamos a poder conectar a partir de esas experiencias compartidas”, menciona la autora.
¿Por qué crees que aún en los días malos continuamos mostrando una positividad que quizá no existe en ese momento?
“Nos han enseñado que pensar positivo va a mejorar nuestra vida, que va a ser que seamos más felices y que eso nos dará más control sobre nuestra vida. Lo seguimos haciendo porque creemos que en algún momento funcionará y cuando no funciona pensamos que no lo estamos haciendo bien o que no estamos pensando de una manera suficientemente positiva”.
¿Entonces cuál es tu consejo para trabajar en situaciones difíciles?
“Primero que la gente debería aceptar que va a sentir muchas emociones diferentes, algunas serán más fáciles que otras. Recomiendo también que la gente empiece a aprender cómo se siente ese sentimiento, dónde se ubica, cómo lo podría llamar, cómo lo etiquetaría y después empezar a notar cuando esto sucede. Es descubrir qué nos quiere dar ese mensaje y observar cuándo suele suele ocurrir”.
¿Crees que si dejamos de perseguir la felicidad podríamos ser más felices?
“Sí, y creo que tenemos mucha información e investigación que lo respalda. Mientras más intentamos ser felices, más difícil es. Cuando la gente empieza a aceptar que va a haber momentos álgidos, bajos o aburridos tienden a experimentar más momentos de felicidad en su vida”.
¿Qué acciones crees que son necesarias para eliminar la imposición del pensamiento positivo como la única vía para resolver problemas?
“Creo que la gente tiene que aceptar que todos tenemos muchas emociones y todas ellas tienen un propósito o algún tipo de utilidad en nuestra vida. Podemos ser responsables de manejarlas de una forma saludable y cuando aceptamos que las emociones son una parte importante y normal de la vida, siento que no tendremos tanta necesidad de ese pensamiento positivo”.
¿Cómo podemos darnos cuenta cuando la positividad ya se ha convertido en una trampa?
“La positividad se convierte en una trampa cuando nos da a entender que lo que sentimos está mal, cuando lo quiere callar. Es como si solamente quisiéramos tapar cualquier emoción que sea que estemos teniendo con un pensamiento positivo y siempre sentiremos que algo está mal con uno mismo cuando no somos capaces de pensar más positivo o resolverlo de esa manera”.
¿Hubo alguna experiencia que te hiciera darte cuenta de que la positividad tóxica existe?
“Sí, me di cuenta a partir de redes sociales; fue de los lugares más obvios, pero también al inicio de mi carrera como terapeuta me di cuenta de que todos mis pacientes venían a hablar de lo mismo, me decían ‘tengo que ser más agradecido, tengo que ser más feliz, tengo que ser más positivo, y me di cuenta de que no los ayudaba para nada toda esta serie de este sistema de creencias de la positividad”.