Texto por Lauren Williamson En 2018, se estima que 30,000 mujeres serán diagnosticadas con cáncer de mama en México de acuerdo con el IMSS. Es el cáncer más común que afecta a las mujeres en nuestro país y te será difícil encontrar a alguien en tu círculo de colegas, amigos o familiares que no haya sido afectado por la enfermedad de alguna manera. Pero aparte de las estadísticas, los factores de riesgo y los síntomas comunes, ¿cuánto sabemos realmente acerca de lo que es padecer cáncer de mama, día a día o durante años a la vez? Conversamos con Sarah Furlong, de 28 años de edad, que está cerca del final de su proceso de tratamiento de casi dos años, para conocer su experiencia. TODO COMENZÓ CON UN BULTO Cuando Sarah notó por primera vez un ligero cambio en el seno y el pezón izquierdo antes de bañarse, lo atribuyó a los cambios de la época del mes. “Me quité el sostén y pensé, oh me sentí un poco rara, luego sentí el otro lado y fue igual en el otro lado”, dijo a Women’s Health “era muy raro, porque mi pezón, salía y luego se metía de un lado, sobretodo en el lado inferior ... Realmente no pensé mucho en eso ese día, simplemente me bañé, al día siguiente llamé a mi madre y le dije: ah, qué crees que pasó “Lo le platiqué todo lo que me pasó y decirlo en voz alta me sentí extraña y me di cuenta de la gravedad de lo que había sucedido”. La joven de 28 años llegó con su médico de cabecera para que le revisara el bulto, le preguntaron qué tan diferente se sentía en comparación con su último examen de senos. ”No pude decirle realmente porque en realidad no era algo que hiciera, sentía que era para gente más grande y no para mi”. Después de una ecografía y una biopsia en el bulto y sus nódulos linfáticos inflamados, Sarah dice que estaba hecha un desastre. “No soy una persona optimista, por lo que presentí que tendría cáncer desde que entré al ultra sonido, tuve la sensación mientras me examinaban los ganglios linfáticos y que intentaban mirar el bulto, simplemente sentí que algo estaba mal”. Relacionado: “Una triatleta más dura que el cáncer de mama” Poco después, el médico llamó a Sarah y le pidió que viniera para otra cita al día siguiente. “No me esperé al otro día, así que me esperé para una cita en la tarde, así sin preguntas y de inmediato. Los resultados llegaron mediante una llamada, algo que llega tan rápido no es necesariamente bueno”, dice Sarah. “Entonces, mientras estaba ahí con mi pareja y mi madre viendo al doctor a los ojos, me dijo: Tienes cáncer de mama” A estas alturas, ella ya había aceptado que algo no estaba bien, así que no estaba sorprendida. EL SIGUIENTE PASO FUE IR CON UN ONCÓLOGO “El cirujano discutió conmigo si primero debía hacer una cirugía o primero la quimioterapia. Entonces él hizo mi cita con el que ahora es mi oncólogo, fui a verla porque quería hablar primero de quimioterapia y ver qué pensaba ella, quería preguntarle si corría más riesgo al hacerme quimios y dejar la cirugía para después”. Una vez que se confirmó que el cáncer estaba en su cuerpo, Sarah dice que su reacción inmediata fue “tratar de detener la enfermedad en seco”. “Pensé que si me realizaban una cirugía, eso me quitaría seis meses de batalla y dado que las células cancerígenas viajan por la sangre pensé en que la quimioterapia podría matar a esas células que ya estaban viajando por ahí” Sarah y su pareja se sometieron con éxito a la prueba FIV (que determina que no estés embarazada y seas candidata a la quimioterapia) antes de enfrentar 16 sesiones de dos tipos diferentes de quimioterapia. “El primero fue una carga de tres meses y estuve una sesión por semana cada tres semanas, así que cuatro sesiones en total, esa fue realmente fuerte, esa fue la que me enfermó mucho y luego de cuatro rondas, me pusieron en un segundo tipo de quimioterapia y eso fue cada semana durante 12 semanas, pero terminé teniendo 11 ya que gracias a mis bajas defensas me dio herpes”. EL CÁNCER NO DETIENE TU VIDA “Eso fue probablemente lo más difícil, mi quimioterapia estaba lleno bien, estaba enferma pero aún funcionaba, aún trabajaba, eso si trabajaba para mis padres, todo esto para mantener un poco de una vida normal, sin duda tuve algunos días tristes, pero podría trabajar, podría funcionar, podría hacer todo obvio con efectos secundarios, pero todavía podría funcionar normalmente, supongo”. Después de terminar la quimioterapia en mayo, tenía un mes para recuperarse antes de la cirugía. Previamente al tratamiento de quimio, su segundo cirujano le envió una resonancia magnética para determinar con precisión el tamaño del bulto. Relacionado: “Reconstruyendo la vida después del cáncer de mama” “La primer resonancia magnética decía que tenía una medida de 7.5 centímetros de diámetro, es decir casi la mitad de mi pecho, antes de descubrirlo, decidí que si era tan grande como pensaba, me quitaría todo el seno, porque al menos entonces podría tener una reconstrucción en lugar de tener la mitad de un seno”. Cuando le hicieron otra resonancia magnética (posterior a la quimioterapia), ésta, no pudo detectar el bulto, pero en la cirugía se observó que aún tenía 4 milímetros y algunas células precancerosas. Sarah finalmente decidió que se le extrajeran los dos senos después de que las pruebas genéticas resultaron positivas para el gen BRCA, que se determinó que se debía a la familia de su padre. “Es una especie de historia familiar oculta, porque mi abuelo tenía cáncer de próstata”. Ahora está iniciando 25 sesiones de radioterapia antes de someterse a una cirugía reconstructiva dentro de unos seis meses. “Estoy planeando esta cirugía para abril del próximo año. Así que para mí ese será mi último esfuerzo y ese es el último día de esta batalla, no sé si será algo emotivo, pero lo que si se es que esta batalla la lograré superar”. Relacionado: “No me digas superficial por preocuparme por perder mi cabello”