¿Cómo diferenciar el egoísmo bueno del malo? Te damos algunos ejemplos que te ayudarán a tener claridad
Normalmente cuando hablamos de egoísmo, comprendemos inmediatamente que se trata de una conducta indeseable o incluso infantil. Pero puedo contarte que en realidad existen dos tipos de egoísmo: uno que es “malo” y otro que es “bueno”.
El egoísmo “malo” se define por ser una conducta de excesivo apego al bienestar propio, que descuida o vulnera el ajeno. Un ejemplo de este egoísmo con carácter más infantil, lo podemos ver en el siguiente ejemplo: hay dos niños, uno que tiene unas papitas y no convida al otro amiguito que le pide una papa bajo el argumento de que son suyas.
El egoísmo bueno y la magia de ponerte en primer lugar
Ahora bien, el egoísmo “bueno” tiene nombre propio y se llama egoísmo ético ó moral. Este tipo de egoísmo se fundamenta en darle valor al individuo y afirma que la única forma moral de obrar es la de velar por el propio bienestar en primer lugar. Un ejemplo claro para esto es el siguiente: cuando abordas un avión, te dan una orientación de qué hacer en caso de emergencias; nos dicen claramente que si una persona necesita nuestra ayuda para colocarse la máscara de oxígeno, debemos asegurarnos de colocar la nuestra primero, para poder hacer dicha gestión por el otro.
Lo que queda claro en el ejemplo del avión, es que tienes que gestionar tus necesidades fisiológicas y añado para extender la analogía, también psico-emocionales, en primer lugar y después entonces sí, podemos considerar intervenir con respecto a las necesidades de cualquier otro.
¿Te das cuenta de que si te priorizas, estás siendo también responsable en términos afectivos? Es decir, que ese buen lugar en el que te colocas, cada vez que te priorizas, es el mismo lugar desde el cual después te vas a relacionar con los demás. Así que podríamos ir concluyendo que de alguna forma, cuanto más aplicas el egoísmo ético o moral para priorizarte, mejor te construyes en términos de responsabilidad afectiva, porque mejores herramientas tendrás para abordar el vínculo con cualquier otro.
Así que considerar esta idea casi mágica de aprender a ponerte en primer lugar, es funcional para todo lo que tiene que ver con el autoestima, porque sí, darte ese lugar de privilegio en tus gestiones cotidianas es saberte merecedor y si eso aún te cuesta trabajo, entonces es un excelente momento para poner en práctica el concepto de “egoísmo ético o moral” , este cambio de perspectiva en el que tú vas en primer lugar para que todo lo demás funcione mucho mejor.