Una editora (muy) impuntual se ha propuesto corregir este hábito. Si te encuentras en su misma situación, sigue sus pasos y llega, por fin, a tiempo, y olvídate de la impuntualidad
“Sorry, ya voy en camino, besos”. Si alguna vez te he enviado este mensaje, te ofrezco una disculpa por impuntual. Te mentía. Sí, soy de esas personas que manda un whatsapp cuando tú ya me esperas donde habíamos quedado en vernos mientras yo me estoy poniendo el lipstick y aún me falta encontrar las llaves, elegir el bolso y cambiarme de ropa, porque, de repente, odio mi look, otra vez. Por ALICE SNAPE
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¿Cómo es posible que unas veces las horas vuelen como si fueran segundos y, otras, una semana parezca un año? Sea como sea, soy consciente de que no debo seguir así. Puede que en la época universitaria mis retardos fueran inofensivos (aunque quizá me engañaba a mí misma), pero ahora me cuestan dinero (¡cuántas veces he tenido que comprar otro boleto!) y relaciones (mis amig@s puntuales han dejado de invitarme a salir y mi novio me ha amenazado con dejarme. Ok, puede que esté dramatizando, ligeramente). Así que he decidido plantearme un desafío: ¿seré capaz de cambiar y convertirme en una persona puntual? He definido, con ayuda experta, una serie de tareas para descubrirlo.
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AVERIGUA QUÉ TIPO DE IMPUNTUAL ERES
Resulta que las personas que llegan tarde de forma crónica lo hacen por un motivo. Y no, no estamos culpando al transporte que va retrasado. La razón es que tenemos el atributo de la impuntualidad, como otras tienen el de ser muy perfeccionistas. En realidad, es algo profundo, una forma inconsciente de comunicarse. Claro, también hay quienes llegan tarde porque, simplemente, no quieren ir, pero otros, como en mi caso, padecemos un estilo ansioso. O eso afirma Jodie Cariss, terapeuta y fundadora de Self Space, quien explica que mi demora continua y el estrés que me provoca (vivo agitada y sintiéndome culpable) es una forma de autosabotaje. Por eso me advierte que mi experimento funcionará y dejaré de ser impuntual si pongo en práctica varias técnicas durante dos semanas. “La experiencia comienza con el cambio”, me dice. “Debes tener el control de tu propia vida”. Y sí: quiero dominar la situación en lugar de sentirme perdida cada vez que salgo de casa. La teoría me resulta interesante, pero esta es la parte más fácil...
PREPARA TU ROPA DESDE LA NOCHE ANTERIOR
Seguro que tod@s nos hemos encontrado alguna vez ante un montón de ropa descartada buscando frenéticamente ese par de aretes que completan el look. ¿O no? A mí me pasa todo el tiempo y acabo poniéndome algo que no me convence. “Es muy estresante, porque sabemos que no tenemos tiempo suficiente para decidir lo que queremos y eso nos lleva a vestirnos con algo con lo que no nos sentimos cómodas”, analiza Cariss. “Simplifica tu clóset. Deshazte de lo que no te gusta. Cada pequeña solución que tomes te ahorrará tiempo de decisión más adelante y serás menos impuntual”, recomienda. Siguiendo sus instrucciones, me paso una tarde entera probándome diferentes conjuntos para ver qué quiero quedarme y qué piezas combinan entre sí. De esta manera, ahorraré tiempo por la mañana. Además, si tengo que ir a algún sitio temprano, la noche anterior dedico un rato a escoger el outfit ompleto. Me lo pruebo, pienso cómo me peinaré y qué complementos me pondré. Además, repaso todas las cosas que tendré que hacer durante el día y me imagino haciéndolas con el conjunto que escogí. En realidad, he conseguido volver a disfrutar de mi ropa y... ya no pierdo una hora (o más) por la indecisión.
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COLOCA TUS COSAS SIEMPRE EN EL MISMO SITIO
Nunca encuentro las llaves. Cariss me dice que podría estar desviando mi ansiedad con este asunto de ser impuntual. “Si a diario estás preocupada por dónde están, no puedes desconectar la ansiedad que te produce el simple hecho de salir de casa”. Ciertamente, que siempre se repita esta situación puede indicar que soy una persona hogareña y odio dejar a mi perro y mi refugio, que es mi habitación. Mi terapeuta, sin embargo, me comenta que confabulo con el drama y que, en realidad, lo creo yo para distraerme de la preocupación de salir de mi burbuja, así que me da una pauta: básicamente, tengo que encontrar un sitio donde poner todas mis cosas. “Si las dejas siempre en el mismo lugar, las encontrarás sin problemas”, me aconseja. Sí, lo sé. Menuda revelación, ¿no? Mi esposo y mis amig@s ya me lo habían dicho antes..., pero no lo había puesto en práctica. Estas dos últimas semanas estoy dejando las llaves en un tarro de la cocina al llegar a casa. Cuando entro, hago un verdadero esfuerzo por concentrarme y no abandonarlas en cualquier lugar. Y está empezando a convertirse en un hábito. Mi antigua yo abriría la puerta y tiraría el bolso por ahí. Ahora, lo dejo en el mismo sitio, lo que ha reducido mi ansiedad al salir de casa.
NO TE DISTRAIGAS CON LAS REDES
Antes del experimento, la mayoría de las mañanas me metía en Instagram con la intención de echarle un vistazo rápido. Pero lo que iban a ser 10 minutos se convertían en una hora. Y es que, en un momento dado, pierdo el control de mi propia realidad y me transporto desde mi sofá a las vacaciones en México de una influencer que ni siquiera me cae bien. Por eso, durante este experimento, he dejado esta costumbre y me he propuesto no usar las redes sociales antes de acudir a alguna cita, sea del tipo que sea. “Desinstala las aplicaciones del celular. Solo podrás meterte cuando te sientes delante de tu compu”, me indica Cariss y me explica que, de este modo, evitaré la tentación. Sin embargo, bueno, lo reconozco, puede que en esto haya hecho un poco de trampa. No las eliminé todas, solo las moví a otra carpeta del teléfono. Pero me prohibí acercarme a Instagram si estoy ocupada en algo. Seguramente no necesitarás que te lo diga: ¡funciona de ver- dad! Además, de esta manera, puedo llegar pronto y disfrutar de las redes sociales si me sobra tiempo. He aprendido que esta es una técnica que adoptan muchas personas puntuales. Por algo será...
ORGANIZA UNA PRECITA CONTIGO
Siempre había creído que llegar a los sitios pronto me produciría una sensación de soledad, pero Cariss me aclara que debo cambiar esta forma de pensar. “Escoge una recompensa por estar ahí temprano, pero asegúrate de que planificas bien la ruta”, añade. Con esto se refiere a sumar a la hora prevista de salida al menos 20 minutos más, porque siempre puede haber imprevistos. Ahora, antes de quedar con una amiga para cenar, o lo que sea que hagamos, preveo un tiempo extra. Y si llego antes, ese rato es para mí, lo puedo dedicar a tomar- me un café o a leer. Un placer sencillo solo por llegar a tiempo. Y, la verdad, sabe a gloria.
NUNCA HAGAS ESA ÚLTIMA COSA
Le conté a Cariss que, a menudo, cuando estoy a punto de salir por la puerta, justo me acuerdo de que tengo la cama destendida o la ropa tirada en la silla y decido que debo dejar todo en orden antes de irme. Ella me explica que, de nuevo, esta forma de actuar está relacionada con mi ansiedad por salir de casa. “Una amiga de mi madre lavaba siempre las cortinas antes de irse de vacaciones”, se ríe Cariss. La entiendo totalmente. “Sin embargo, si no pue- des dejar algo sin hacer e irte, podrías estar usando el orden para controlar una sensación de malestar. Es posible que dejar las cosas tal cual te ponga nerviosa, pero piensa que nada te impide hacerlas cuando vuelvas a casa”. Es la primera vez que lo veo así, no hay por qué preocuparse tanto. ¿Qué es lo peor que puede pasar si no hago la cama o dejo la taza del café sucia? Por fin me he dado cuenta de que esto es poca cosa frente a la angustia que me causa el hecho de llegar tarde.
Ahora sí, ¡tienes la guía para dejar de ser impuntual!