¡Atención! Cómo la enfermedad de Lyme causa desastres en tu mente

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Se llama el gran imitador por una buena razón. La enfermedad de Lyme puede dañar los nervios y tejidos de todo tu cuerpo, provocar dolores y malestares idénticos a una variedad de otros padecimientos, desde migrañas hasta una gripe, o incluso artritis. Mientras la infección arrasa con el mundo (los casos han aumentado en 115% desde el 2000) también está imitando otra cosa: males mentales que cambian tu vida. Es difícil creer que un pequeño insecto puede incitar ataques de pánico, dèja vus, desorientación, mareos y pérdida de memoria; una colección de síntomas que los expertos ahora definieron como neurolyme. Por razones desconocidas, esto afecta más a las mujeres que a los hombres, con pacientes que por lo general lo padecen durante años. En muchas ocasiones son diagnosticados por error y tratados como desórdenes psiquiátricos: depresión, ansiedad, bipolaridad y esquizofrenia, cuando en realidad, un tratamiento de antibióticos desde el inicio pudo haber sido la cura.
Mientras más atención reciba la enfermedad de Lyme, más infecciones serán detectadas en sus primeras etapas, y menos mujeres serán por equivocación tratadas por cambios de humor. En años recientes, celebridades como Bella Hadid, Ally Hilfiger, y Avril Lavigne han hecho públicas sus batallas con la enfermedad de Lyme, y ése es un gran comienzo. Aquí, dos lectoras de Cosmo se unen al equipo para alzar la voz, y comparten qué se siente que te digan que tienes un padecimiento mental cuando sufres de todo menos eso, y los expertos nos explican cómo cada mujer puede tomar pasos cruciales con el objetivo de vencer a este mal devastador.
“Lo que comenzó como una gripa se convirtió en pérdida de memoria y algo peor”. –Fenton S., 25
En el verano, antes de entrar a la universidad, Fenton, en ese entonces de 19 años, comenzó a sentirse un poco enferma. Tuvo fiebre, cuerpo cortado y se sentía cansada. Su médico pensó en la probabilidad de que la enfermedad fuera bacteriana y le recetó antibióticos. Ayudaron, y se sintió mejor. Meses después, se despertó con un gran dolor en la espalda y regresó al hospital. “A partir de ese entonces”, dice, “tenía constantes dolores con varias intensidades por todo mi cuerpo”. Tomó relajantes musculares y analgésicos durante un año antes de dejarlos. Su espalda mejoró, pero después vinieron los cambios de humor. “De repente me sentía enojadísima y no podía pensar bien”, cuenta. “Sentía como si mis destellos de odio, irritabilidad y ansiedad no fueran ‘míos’, como si viera las cosas pasar sin tener un control real sobre ellas o sobre mí”.
Algunos días se quedaba ‘trabada’ en su carro por horas; ahí, sentada. Otros días sufría de depresión intensa, insomnio agudo, insultos involuntarios y pérdida de memoria. Fenton dejó la escuela, regresó a casa y comenzó a ver a un doctor quien la diagnosticó con fibromialgia. Por lo regular, la examinaba por la enfermedad de Lyme usando pruebas estándares de sangre. En cada una dio negativo... mientras Fenton empeoraba y empeoraba. Finalmente, en el verano del 2015, aunque no podía recordar si alguna vez la había picado una garrapata, pagó 200 dólares para enviar sus pruebas de sangre a IGeneX, un laboratorio que se especializa en realizar pruebas para detectar enfermedades transmitidas por garrapatas. Pero en esta ocasión, los resultados fueron positivos. Hoy, Fenton está casi libre de síntomas. Las visitas a su doctor son cada vez más esporádicas, cada tres meses regresa para reajustar su tratamiento, el cual ahora consiste de tres antibióticos y un antiparasitario. Su objetivo: dejar de tomar cualquier tipo de medicamentos por completo.
“Los doctores me recetaron antipsicóticos y me acusaron de querer llamar la atención”. –Jocelyn D., 23
Todo comenzó cuando tenía 17. La usualmente feliz Jocelyn comenzó a tener pensamientos suicidas. Sus padres la llevaron de inmediato al hospital, donde fue internada y diagnosticada con depresión y ansiedad. En el transcurso de los siguientes cinco años pasó por seis nosocomios psiquiátricos. Le prescribieron un coctel de antidepresivos y antipsicóticos. “Probé poco más de 30 medicinas... y todas fallaron”, cuenta. Cuando tenía 21 fue hospitalizada de nuevo y la convencieron de sometere a terapia electro convulsiva, donde las corrientes eléctricas desencadenan pequeños ataques para cambiar la química del cerebro y curar padecimientos mentales. Harta de los tratamientos fallidos, Jocelyn se convenció que su problema iba mucho más allá de la depresión. Cambió a sus médicos de planta por uno que resultó ser un especialista en la enfermedad de Lyme. Cuando comenzó a enlistar sus síntomas (confusiones, dolor en las articulaciones, hormigueo en los músculos, palpitaciones cardiacas) su médico sólo escuchó. Fue un gran alivio para Jocelyn. “Otros doctores no entendieron por qué no había respondido al tratamiento psiquiátrico”, recuerda. “Me etiquetaron como exagerada y como si tuviera un trastorno de personalidad. Me decían que sólo lo hacía para llamar la atención”.
El nuevo doctor de Jocelyn realizó alrededor de 20 pruebas de sangre. Los resultados: ella había adquirido la enfermedad de Lyme. Visitó a un se- gundo especialista para obtener una confirmación. Con base en su historia, sus doctores creen que se infectó entre los 13 y los 17 años. Sin antidepresivos y antipsicóticos, ahora ella toma una combinación de antibióticos, y poco a poco sus cambios repentinos y pensamientos suicidas han disminuido. “Valió la pena buscar una solución por mi propia cuenta”, afirma. “Al fin me siento aliviada después de haber batallado durante tanto tiempo”.

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