Este sábado 2 de junio fue uno de los días más importantes de nuestras vidas. Hace seis meses empezamos a trabajar en un sueño común: 16 amigos queríamos hacer algo diferente, algo que nos hiciera sentir orgullosos, algo que dejara huella en la comunidad. Así nació Calpulli. Tenemos 18 años y entendemos que un proyecto de esta magnitud no hubiera sido posible sin tanta gente que esté participando, que creyó en nosotros sin tener por qué, ya que con nuestra edad no hay ningún currículum ni experiencia que pudiera avalar este sueño. Por creer, por confiar, por jugársela con nosotros, GRACIAS. Somos estudiantes. Calpulli es comunidad. Es hacernos conscientes de que como jóvenes tenemos la responsabilidad de hacer algo para mejorar esa comunidad y darles oportunidades a los jóvenes y niños que no han tenido la misma suerte que nosotros. [embed]https://www.instagram.com/p/Bkybhxyhmj2/?utm_source=ig_embed[/embed] Primero Dios, llegando a la meta, podremos tener el dinero para hacer este colegio que tanto se necesita en esta comunidad. Con él, podremos cambiar las vidas de muchos niños y jóvenes como nosotros. Queremos que estén seguros que todo lo que aquí se genere será destinado a construir esta escuela. Es este el objetivo que nos trazamos y por el cual hemos hecho todo este proyecto. Por eso hoy queremos hacer una pausa en el camino para agradecer. Primero, decirle gracias a Emilio Azcárraga, quien fue el primero en creer en esta locura llamada Calpulli y ayudarnos con su experiencia y su sentido social para poder organizar este evento y abrirnos puertas que nosotros como jóvenes jamás hubiéramos podido abrir. [embed]https://www.instagram.com/p/BlWGyaHBYCj/?utm_source=ig_embed[/embed] Gracias a cada uno de nuestros patrocinadores: a Andrés Gómez, de Grupo AXO, por haber sido, además, el primer patrocinador. Fue una pieza clave en darnos dirección y hacer de Capulli un tema personal. Gracias por tu ejemplo. A la familia Torrado, por ser conscientes de que a Valle de Bravo lo tenemos que cuidar y que la única solución es aquella de la que todos somos parte. A Carlos Hank, de Banorte, por ser un gran ejemplo de cómo los mexicanos jóvenes podemos cambiar al país. A la familia Casanueva, porque con todo y nuestra mala presentación y no teniendo por qué, se subieron al proyecto y nos trajeron a más patro- cinadores para que se sumaran. A Eduardo Tricio, por ser un gran mexicano, un ejemplo a seguir y por creer en nosotros, los jóvenes de este país. A José Antonio Fernández y a Eva Garza Lagüera de Fernández, que son auténticos filántropos en México, por su apoyo a pesar de los tiempos tan cortos con que contaron. [embed]https://www.instagram.com/p/BknlnQtlaat/?utm_source=ig_embed[/embed]
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