Si eres de las que corre al salón por un retoque cada semana seguro también te lo has preguntado.
Cada persona tiene su vicio culposo de belleza que aman, como teñirse el cabello, extensiones de pestañas, etc. ¿El mío? Un combo de mani-pedi semanal. Y ya ha pasado (demasiado) tiempo desde mi último. 72 días para ser exacta.
Sé que estamos viviendo en un mundo nuevo y aterrador donde están sucediendo cosas realmente serias, y yo soñando con alguien arreglando mis cutículas retorcidas, desprendiéndome de callos de tres meses y pintando mis uñas con precisión láser. Suena ridículo, pero realmente creo que los rituales de belleza son una forma de autocuidado, y no se puede discutir con el hecho de que a todas nos vendría bien algo de eso en este momento.
Las ciudades poco a poco van regresando a la “normalidad”, lo que significa que ir al spa a consentirse un rato se está volviendo una realidad para muchas, pero solo porque los salones de uñas vuelvan a abrir, ¿es seguro agendar una cita en estos momentos?
El riesgo de acudir al salón de uñas
Si alguna vez has ido a uno de estos salones, sabrás que no están equipados exactamente para las nuevas reglas de convivencia posteriores a la pandemia. Las manicuras y pedicuras no se pueden realizar sin tocar, algo que obviamente no es ideal en este momento, y el tamaño pequeño de la mayoría de los salones significa pasar una hora muy cerca de gente desconocida (y posiblemente infectados). Y luego las superficies (las herramientas, las botellas de esmalte, las encimeras, la revista que te encanta leer (ejem, Cosmo) mientras te mojas los pies), todo eso puede albergar el virus si no se esteriliza adecuadamente antes y después de cada cliente.
Cómo debería ser un salón de uñas post-pandemia
Para minimizar el riesgo básico, cada superficie compartida debe limpiarse con desinfectante, las herramientas reutilizables deben esterilizarse en un autoclave (una cámara de presión calentada) y las herramientas de un solo uso deben arrojarse rápidamente, dice el Peter Gulick médico experto en enfermedades infecciosas. Aunque la mayoría de los salones de belleza acreditados ya deberían haber seguido estas pautas de salud antes de COVID, siempre existe el riesgo de que tu salón favorito no lo haya hecho, y aún siga sin hacerlo.
Y aquí es donde las cosas se vuelven más complicadas. Para detener la propagación del coronavirus, TO-DOS necesitan usar equipo de protección personal (PPE) mientras están en el salón. Los clientes deben usar mascarillas de tela desde el momento en que ingresan, y las manicurtistas deben usar guantes, protectores faciales de plástico y mascarilas de tela de manera consistente en todos los servicios. (O, si es posible, mascarillas N95, ya que las mascarillas de tela caseras no repelan casi tantas gotas de virus, por ejemplo, un estornudo o tos) como las máscaras de grado médico, dice el Dr. Gulick.
Aunque sigan estas medidas preventivas, nada te asegura que usen el equipo correctamente. ”Las mascarillas deben estar bien ajustadas a la cara, los guantes deben cambiarse regularmente y todo debe desecharse de manera segura”, dice el Dr. Gulick.
La mayoría de los salones también tendrán que reconfigurar totalmente sus diseños para permitir que los clientes estén separados por dos metros o más entre sí durante los servicios, dice el Dr. Gulick. Y para algunos salones pequeños, esto requeriría limitar severamente la cantidad de clientes permitidos a la vez, potencialmente a solo uno a la vez.
¿Cómo están minimizando el riesgo de contagio
los salones de uñas?
¿Recuerdas cuando podías visitar tu salón local para un mani-pedi improvisado? Esos días han terminado. La mayoría de los salones ahora operan solo con cita, lo que significa que debes llamar unos días antes para reservar una cita.
“Programar por adelantado permite a los salones agendar las citas, lo cual es necesario ya que solo se puede tener a cierto número de personas limitado en cierto espacio al mismo tiempo”, dice Nadine Abramcyk, cofundadora de Tenoverten en Nueva York y Los Ángeles. Y nada de sentarse a esperar tu turno examinando la pared de esmalte: tienes que relajarte en tu auto o esperar afuera hasta que tu manicurista esté lista para ti.
Cyndi Ramirez, fundadora y directora ejecutiva de Chillhouse en Nueva York, dice que su equipo también verificará la temperatura de cada cliente que entre al salón. “Nos aseguraremos de que comprendan que si tienen una temperatura alta, desafortunadamente tendrán que perder su cita”, dice.
En un esfuerzo por aumentar aún más el saneamiento, Ramírez y Abramcyk dicen que cuando se vuelvan a abrir sus respectivos salones de uñas, también tendrán un equipo de tiempo completo dedicado a limpiar y desinfectar constantemente las superficies. Y para el punto anterior del Dr. Gulick sobre la educación en equipo, ambos reeducarán a su personal sobre cómo usar adecuadamente la mascarillas y guantes.
Sin embargo, todos estos cambios de seguridad no vienen sin una etiqueta de precio. Las nuevas regulaciones que los salones deben imponer para mantener a todas seguras y saludables significa muchos gastos adicionales, explica Abramcyk. “Escuché que muchos salones cerraron simplemente porque el costo de que hacer negocios de esta nueva manera es demasiado caro”, dice. “Para los salones que permanecen abiertos, creo que verán el costo de las manicuras y pedicuras aumentar y, posiblemente, un gasto mínimo en cada cita ".
El dilema moral
A pesar de que la mayoría de los propietarios de salones de belleza están tratando activamente de proteger a sus empleados y clientes de los riesgos de COVID-19, toda la situación, desde una perspectiva moral, sigue siendo ... difícil. La realidad es que las manicuristas no pueden hacer su trabajo a dos metros de distancia. Y tampoco pueden hacer su trabajo desde casa y todavía cobrar un sueldo fijo.
“Los salones de manicura en Arkansas abrieron el 1 de mayo, y ese día llamé a mi salón habitual para un mani-pedi”, dice Jamie de Fayetteville, Arkansas. “Claro, mis uñas se veían mal y quería una manicura, pero también sabía que todas estas manicuristas habían estado sin trabajo durante los últimos dos meses. Hacer una cita sería una manera fácil de ayudarlas a recuperarse y apoyar la economía local”.
Pero a pesar de que apoyar a las empresas locales es importante para la economía, puede que hacer esa cita no sea la forma correcta de hacerlo, especialmente para las manicuristas que trabajan en comunidades gravemente afectadas por COVID-19.
“El salón en el que trabajo es súper limpio, pero honestamente, no me sentiría cómoda dando una manicura a alguien en este momento”, dice Johanna, una manicurista con sede en Red Bank, Nueva Jersey. “Simplemente no puedes hacer distancia social cuando estás dando un mani o pedi, y aunque eso me tiene sin empleo, todo el asunto sigue siendo increíblemente estresante”.
Pero a pesar de que es una opción para ti y para mí hacer esa cita, no es necesariamente una opción para todos los demás involucrados. Aquí hay algo en que pensar: algunas manicuristas se sentirán obligadas a volver a sus salones, incluso si aún temen por su salud, simplemente porque necesitan el dinero. Sobreviven por comisión y propinas.
Así que…, ¿deberías hacer esa cita?
Desearía tener una respuesta clara para ti, pero no es tan sencillo. Hay algunas razones obvias para NO ir a un salón de belleza, como si tienes síntomas de COVID-19 o si has estado en contacto con alguien infectado con el virus. Si caes en cualquiera de las categorías, permíteme recordarte cortésmente que te quedes en casa.
Pero, ¿qué sucede si aparentemente estás sana y vives en una comunidad que no ha tenido una gran cantidad de casos de coronavirus? Cuando le pregunté al Dr. Gulick si en realidad es seguro hacerse un mani-pedi en este momento, su respuesta, desafortunadamente, no fue súper tranquilizadora.
“En este punto, yo y la mayoría de las personas médicas con las que he hablado nos sentimos un poco inseguros sobre la idea de que los salones se abran nuevamente”.
Que, bueno, es justo ya que todavía hay muchos riesgos y muchas cosas que simplemente no entendemos todavía. Por el momento, yo seguiré tratando de dominar el arte de la manicura en casa.
Este artículo fue originalmente publicado en Cosmopolitan US