Los vestidos de novia cuestan una pequeña fortuna, por lo que es comprensible que ninguna mujer quiera usarlo solo una vez. Pero una chica se lo tomó muy en serio y, literalmente, lo lleva a todas partes, desde el supermercado hasta al gym.
La australiana Tammy Hall, de 43 años, desembolsó 1,000 GBP por un impresionante vestido hasta la rodilla para usar durante su boda con Karen Frost en octubre del año pasado. Ella es una amante de la vida sostenible, así que decidió que la única forma de justificar una prenda tan costosa era prohibirse comprar ropa o zapatos nuevos en los meses siguientes, prometiendo en cambio ser una “novia para siempre”. Al explicar su decisión, Tammy dijo: “Un par de años antes de mi boda, en 2016, había viajado a la India. Para mí, eso fue un balde de agua fría. Soy privilegiada y no me había percatado de cuánto consumimos como sociedad. Después de regresar a casa, me prometí a mí misma no comprar ropa o zapatos nuevos durante todo un año.”
“Cuando se acercó la fecha de la boda estaba en un dilema, ¿podría justificar gastar tanto en un vestido que usaría durante unas horas? Especialmente cuando acababa de pasar todo un año intentando no consumir y llevar una vida sustentable. Al final decidí que, en caso de comprarlo, me aseguraría de usarlo una y otra vez. Me lo he puesto para hacer cosas como jugar al baloncesto, ir de pesca e incluso caminar por el lodo.” La primera vez que Tammy usó su vestido después de la boda fue para votar en las elecciones australianas de este año. Desde entonces, se lo puso sin parar: para cocinar, hacer tareas e incluso para cortar leña. Aunque admite que ha recibido algunas miradas extrañas, nadie ha hecho un comentario después de ver su curioso outfit.
Mientras tanto, Karen optó por usar un esmoquin para el gran día, que no ha repetido desde entonces. Tammy razonó: “No estoy segura de haberlo hecho si no hubiera realizado ese viaje a la India y empezado a pensar en el consumismo y cuánto usamos para luego tirarlo a la basura. Así que no juzgaría a nadie que evite hacer lo mismo.” “Cada uno por su cuenta, pero para mí, esta fue la forma más ética que se me ocurrió para justificar tener un vestido de novia. Ahora todo parece tan desechable, pero esta pieza y estos recuerdos durarán toda la vida”.