Presume una piel de envidia de color dorado sin exponerte a los rayos solares
1. Elimina el vello y exfolia la piel
Al momento de la ducha, usa un exfoliante granulado para retirar las células muertas de tu cuerpo. Al secarte, pasa muy bien la toalla para secarlo y al mismo tiempo, profundizar la exfoliación. Para quitar el vello recurre a cuchilla para afeitar (será el método más rápido).
2. Aplica humectante
Una vez que tu piel se encuentre bien seca, aplica una capa de crema humectante en codos, rodillas y talones. De esta forma no adquirirán un color más intenso que otras zonas del cuerpo. Recuerda: la piel que se encuentra muy seca, suele absorber el químico autobronceante del producto con rapidez, de ahí la importancia de cubrirla antes con una textura untuosa.
3. Usa unos guantes
Ponte unos de látex para no manchar tus manos antes de aplicar el producto. Descubrimos también que usar una esponja (poco porosa) da un buen acabado. Distribuye la fórmula con movimientos ascendentes y cortos. Empieza en los tobillos y ve subiendo hasta llegar a los hombros y el cuello.
4. Perfecciona
Una vez aplicado todo el autobronceante, realiza movimientos circulares con las palmas de tus manos para esparcir y unificar la fórmula. Aquí, es importante que sigas con tus guantes de látex.
5. Pasa los guantes sobre la superficie de tus pies
Un poco de autobronceador se quedará sobre éstos. Te darás cuenta de que será la cantidad suficiente para darle a esta parte un color uniforme.
6. Humecta tu cuerpo
Al día siguiente, hazlo con una crema hidratante. Realízalo diariamente, ya que te ayudará a mantener el color por más tiempo. Atención: no exfolies tu piel mientras dura tu bronceado, de lo contrario, perderá la intensidad. Para mantenerlo, sigue aplicando el producto.