Cuando el cáncer de mama se manifiesta en la vida de una mujer, su historia adquiere una forma caleidoscópica, en la que cada integrante de la familia mira desde su perspectiva una imagen diferente de la situación y también de quien le hace frente en primera persona al padecimiento. Así es como los hombres miran a sus parejas.
Para Ceci, Hasta ahora en mi vida puedo decir que el mayor miedo que he vivido ha sido creer que te perdería a causa del cáncer de mama. Después, cuando te veía llorar cada vez que te desnudabas y veías tu pecho mutilado, me causaba ansiedad pensar que en mis manos no estaba aliviar tu sufrimiento. Tú no te dabas cuenta que te observaba y era testigo de cómo secabas tus lágrimas y te llenabas de valor para empezar tu día. Parecía que te ignoraba o que trataba de rehuir de ti, pero no era eso, solo tenía miedo. En ti veo muchas cosas: a una mujer buena, fuerte, llena de vida, sanadora... y te preguntarás por qué digo esto último, pero créeme, no me equivoco. Tu buena actitud alivia tu dolor y el mío, ver tu disciplina para seguir tu tratamiento me hace levantarme en los momentos en que siento que ya no puedo continuar; pero sobre todo, admiro la pasión con la que ahora te veo vivir cada momento lejos del drama, eso me hace recordar que sí, somos efímeros pero lo que siempre se queda como ejemplo es la manera en que vivimos y enfrentamos los retos. Para mí tú eres inspiración y siempre te estaré agradecido por aceptarme con todo lo que soy y por haberme rescatado de la inmensa soledad en que vivía antes de conocerte. Sigue adelante, tienes en mí a un compañero dispuesto a caminar a tu lado, pase lo que pase. Somos dos para darle batalla a lo que venga. Carlos *Esta carta aparece editada en la versión print por motivos de espacio.