Si es tu caso seguramente te identificarás y AGRADECERÁS más de una cosa en esta lista...
1. El fracaso no es una opción.
Tu papá te inculcó un temor saludable a la flojera, para que nunca hicieras las cosas a medias.
2. Pueden que hayan sido muy duros contigo, pero también siempre te apoyaron.
Tu papá estaba dispuesto a que lo multaran por llevarte rápidamente a la librería antes de que la cerraran, para que pudieras conseguir un libro extra y acabar un trabajo final. Ahora, sólo te presta su oído de apoyo.
3. Le pones mucha atención a los detalles.
Sabes que es porque tu papá siempre te regañaba por una palabra mal deletreada o una foto torcida, pero te alegra que eso te impide mandar correos con faltas de ortografía a personas importantes.
4. ¿Reporte de conducta? ¿Qué es eso?
Nunca has tenido ninguna mancha en tu expediente académico perfecto, y te enorgulleces de eso.
5. Te motivaron a trabajar duro para entrar en una universidad prestigiosa.
Cuando llegaste ahí, conociste a tu círculo más cercano de amigos, y no puedes imaginar tu vida sin ellos.
6. Solicitar una extensión es tu peor pesadilla.
Nunca entregaste ningún trabajo tarde porque sabías que tu papá te matarían. Ahora sientes el mismo temor y respeto por plazos de tu trabajo.
7. Tuviste que aprender a dominar el arte de ser persuasivo.
Si querías salir por la noche, sabía que la mejor manera de convencer a tu papá era diciéndoles que pasarías la noche en casa de tu amiga de más confianza, que tiene unos papás que son unos santos.
8. Pero incluso si salías tenías miedo de tomar demasiado.
Tu eras la responsable del grupo, te encargabas de agarrarle el pelo a tu amiga en el baño, y le dabas vasos de agua cuando se le pasaban las copas.
9. Aprendiste a escoger tus batallas.
¿Pelear por salir de la casa en minifalda? No perdías el tiempo, te cambiabas en la fiesta. ¿Convencerlo exitosamente de quedarte a dormir en la casa de tu mejor amiga? Si, definitivamente.
10. Tienes un sentido increíble de la moderación, incluso cuando estás borracha un miércoles en la noche.
¿Ya pasan de las 11? Pasaré de tomarme esta cerveza y pediré un taxi para que me lleve a mi casa.
11. ¿Cicatriz por un piercing en el ombligo? ¿Tatuaje cuestionable? ¡No!
Nunca has tenido este problema porque, en primer lugar, sabes que jamás te hubieras salido con la tuya.
12. No importa lo tarde que hayas llegado a casa la noche anterior y lo cruda que estés a la mañana siguiente, siempre te cepillas los dientes, lavas tu rostro, y te levantas a una hora razonable a tender tu cama.