Hablemos de terapias de conversión en pleno siglo XXI: nos contaron lo que se vive en las clínicas

Terapias de conversión

Cuando Hannah llegó a la gran casa gregoriana, pensó que todo estaría bien, ella iba por un problema alimenticio pero su estancia tomó un rumbo desconocido una vez que estaba internada.

Esta casa residencial sería su base por los próximos seis meses para iniciar terapias de conversión. Estaba acompañada por otras 19 mujeres, todas con sus propias razones para estar ahí; algunas se autolesionaban, otras habían sido abusadas y unas más –como Hannah– buscaban apoyo para los trastornos alimenticios.

“Había quotes inspiracionales pintados en las paredes blancas y las camas en cada habitación se veían acogedoras y welcoming”.

El programa prometía enseñarles a lidiar con sus problemas y acercarse a Dios. Como cristiana, Hannah confió en esta organización basada en la fe para ayudarla. Sus días ahí fueron estructurados: ella completaría sus quehaceres, iría a estudios bíblicos, escucharía a personas invitadas a hablar de su experiencia y tendría sesiones one-on-one con el staff para revisar su progreso. Hannah cumplió con todo; ella quería mejorar.

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Sin embargo, gradualmente el staff introdujo reglas que no parecían correctas, nada relacionadas con su razón para registrarse. No se le permitía hablar sobre su sexualidad, sobre ser gay. De pronto, tal tema se convirtió en el enfoque princi- pal de su tratamiento. El personal le decía que podían oler el demonio que vivía dentro de ella. Visitas externas acudían regularmente a poner sus manos sobre su vientre y rezar, le aseguraban que la única manera de que sus futuros hijos existieran era si se arrepentía y se volvía heterosexual.

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Ideas dañinas

Poco a poco, Hannah empezó a creerles. Todos los días rogaba a Dios que le quitara esa parte “repugnante” de ella. Se convenció de que su sexualidad era una enfermedad.

Terapias de conversión

Foto: Getty

Han pasado 13 años desde la estancia de Hannah en Belief House, sin embargo, el programa gratuito de seis meses aún da la bienvenida a los participantes. Lo que normalmente es conocido como terapia de conversión (una práctica pseudocientífica cuyo objetivo es cambiar la orientación sexual de un individuo) todavía sucede.

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Muchas de las organizaciones que la mantienen evitan etiquetarse como “terapeutas de conversión” y prefieren usar términos como “reparadores” o “ministerio exgay”. Esto dificulta saber cuántos lugares existen. La práctica ha sido condenada por la ONU y diferentes sociedades psicológicas por sus efectos nocivos. Pero entonces, ¿por qué está tardando tanto en desaparecer?

Las terapias de conversión todavía existen

Todos los días, se tamborileaba en la cabeza de Hannah –las personas en quienes ella confiaba lo hacían– que su sexualidad había sido creada por Satanás. Le dijeron que su madre se fue cuando ella era joven, porque se “fijaba” en las mujeres. Ahora, con 34 años de edad, Hannah se siente como “una persona completamente diferente” de la chica vulnerable que entró por las puertas de aquella casa.

“Que te digan que quien eres es un pecado y necesita ser corregido es la experiencia más dañina, dolorosa y devastadora”.

Este es solo un caso de las terapias de conversión que a pesar de ser delito en algunos estados de E.E.U.U. aún existe quien las practica deliberadamente. Encuentra el artículo completo con más testimonios en nuestra edición de junio. ¿Ya te suscribiste?


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