¿Qué tan lejos estamos de alcanzar la sororidad? No te pierdas lo que platicamos con las autoras de La rivalidad femenina y cómo acabar con ella
Elisabeth Cadoche y Anne de Montarlot son las autoras del best seller, La rivalidad femenina y cómo acabar con ella. Se trata de un tema tabú que ha afectado al género femenino durante años y que finalmente fue abordado de forma directa. Y es que, aunque no lo creas, la rivalidad femenina sigue opacando a la sororidad. Este es un ejemplo que me dieron las autoras: si tú y tu mejor amiga tienen el mismo objetivo de obtener un puesto de trabajo en una galería de arte, y ella lo logra, tú puedes sentirte celosa y puedes sentir envidia, es humano y es inevitable. La diferencia está en guardártelo y convertirlo en rivalidad o bien puedes hablarlo con ella y decirle ‘estoy súper feliz de que hayas logrado esto. Me alegro muchísimo por ti, estoy muy contenta y al mismo tiempo no puedo evitar sentirme celosa porque yo también lo quería’.
Y entonces en ese caso seguramente pues la amiga también hallará la forma de ofrecer un consuelo y de explicar que no tiene que ser la la misma temporalidad para ambas, que el hecho de que una tenga una pieza del pastel no quiere decir que la otra no la vaya a tener. La idea es abordarlo con un mindset de abundancia y no de escasez, pensar que tu singularidad te va a dar un pedazo de ese pastel en el momento oportuno para ti.
La rivalidad femenina y cómo acabar con ella: el best seller que te muestra el camino a la sororidad
¿Qué las inspiró a escribir La rivalidad femenina?
E: Hace tres años publicamos el libro El síndrome de la impostora porque las mujeres no confían en sí mismas y trabajamos con más de 100 testimonios de diferentes mujeres, y cuando les pedíamos identificar de dónde venía esa Falta de confianza muchas nos decían que habían sido Víctimas de sus jefas, de alguna hermana o tenían alguna marca en la infancia por la relación con sus madres En definitiva, acciones de mujeres sobre otras mujeres y no podíamos quedarnos así, teníamos que desarrollar el tema. De hecho, nosotras mismas fuimos víctimas de esta rivalidad; al sacar el libro sentimos la envidia de otras mujeres y fue una acogida muy seca. A pesar de haber sido un best seller y de haber sido traducido a 14 idiomas, no recibimos prácticamente cumplidos de nuestro entorno femenino Entonces eso nos nos confirmó el tabú y decidimos que era mucho mejor confrontarlo que ignorarlo.
¿Cuál fue el mayor reto de escribir este libro?
A: Tuvimos tiempo de empezar a desgranar el tema en nuestro libro anterior, en un capítulo que trataba sobre la falta de confianza a las mujeres en el trabajo y la rivalidad, y estoy segura de que el reto es el tabú. Es lo que mencionaba Elizabeth en otra entrevista, cuando le planteamos la idea a nuestra editora ella misma lo negaba, ella misma decía que eso era un tema que no existía, que estábamos ya en en tiempos de sororidad, y más adelante se dio cuenta y complementamos con investigaciones y demás y vimos que efectivamente es un tema que existe pero que es tabú. El propio movimiento Me Too fue parte un poco de ese tabú porque las mujeres no quieren pensar que rivalizan con otras mujeres porque no es algo muy grato realmente.
E: El reto más grande fue incluso en esos 100 testimonios con los que trabajamos para el libro, muchas víctimas sintieron rivalidad quizá de una jefa que no las trató bien o algo relacionado a la relación con sus madres, pero en esos 100 testimonios fue muy difícil encontrar algunos que fueran de mujeres que reconocieran sentirse amenazadas por otras mujeres al llegar a un evento por su propia belleza, sino que más bien siempre era desde el lado de la víctima y no tanto desde lo opuesto.
¿Por qué creen que exista una competencia implícita entre las propias mujeres?
E: La constatamos, la vimos en estudios con testimonios, citamos varios de esos estudios en el libro y vimos que en un caso, por ejemplo, muchos de los insultos que se dan en Twitter hacia mujeres son provenientes de otras mujeres y son mucho más dominantes en cantidad frente a los hombres, utilizando palabras como p*ta o zorra. Teniendo testimonios, estudios y demás pues realmente pudimos constatar que no es una creencia, sino que es una realidad y es algo que también existe entre los hombres, pero la gran diferencia es la manera de gestionarla entre unos y otros.
¿Por que dirían que la ola feminista no ha logrado afrontar la competición como un proceso natural?
A: Es un proceso natural para hombres y mujeres, pero por los diferentes movimientos feministas estamos en proceso de ordenar y de arreglar poco a poco. Es algo que va a tomar tiempo, pero es un tema sistémico que es muy difícil de resolver inmediatamente. Por siglos y siglos hemos sido dominadas por el criterio del patriarcado y la puesta en práctica de las ideas del feminismo en el tejido social es diferente.
E: Para realizarse las mujeres, mientras que juzguen a otras sobre el físico y demás, no lo podrán lograr porque es una forma de proyectar carencias y proyectar inseguridades sobre otras mujeres, pero también es la interiorización del male gaze justamente lo que hacemos es comentar el peso, comentar la apariencia, comentar la edad y demás, y haciendo eso lo único que estamos logrando es aplicar el criterio masculino pero sin conciencia de ello. Es para eso que se escribió este libro, para para traer al frente y hacer conciencia de que es un criterio ajeno y no propio a la mujer.
¿Cómo sería la forma “saludable” de llevar a cabo la competición femenina?
E: De entrada lo que tenemos que hacer como los hombres: si hay un solo puesto de trabajo y hay dos personas que lo quieren, pues decir ‘que la mejor gane’ y sin tomarlo personal. Ellos lo hacen desde niños; en el patio se pelean por un juguete, por una chica, por un juego, sin embargo, las mujeres somos enseñadas a no gritar porque entonces somos histéricas, a no enfrentarnos y a callar nuestra ambición. Y esos paradigmas tienen que cambiar, se tiene que aprender a ejercer los conflictos no de forma lateral, sino frontal, para que no se convierta en un rencor.
A: En las mujeres hay un dato que indica que 9 de cada 10 mujeres en algún momento de su vida ejercen competición deportiva, es decir un deporte a nivel competitivo, y Christine Lagarde, que es una campeona de natación sincronizada, es un gran ejemplo de cómo en el deporte podemos ejercer una competición sana, muy distinto al ámbito laboral.
¿Cuál dirían que es la clave para alcanzar la verdadera sororidad?
A: La primera es conocerse mejor. La segunda es dejar de compararse. La tercera aceptar el no complacer a los hombres y separar que no necesariamente toda nuestra existencia esté vinculada al prisma del hombre. También aceptar cómo nos sentimos y cómo decidimos permanecer o salir en el juego. Estas emociones de envidia celos son indicios que en lugar de ignorarlos, podemos escucharlos y aprender de ellos.
E: Hacer como los hombres: hablar y no guardarlo para que se convierta en un rencor que eventualmente se expresa de forma pasiva agresiva.
¿Consideran que las redes sociales han potenciado la rivalidad femenina?
A: Claro, porque en redes sociales nos comparamos muchísimo incluso chicas jóvenes pues ven a mujeres que acaban de despertarse, que están perfectas, que tienen una vida y un trabajo perfecto, y es una vitrina por la que nos dejamos engañar y que tiene consecuencias terribles como desórdenes alimenticios y demás. Además, bajo el anonimato pues es mucho más fácil poder ejercer esa violencia comparativa de unas entre otras.
¿Cuál es el mensaje que buscan hacer llegar a los lectores con su libro?
E: Siempre hacemos libros para intentar comprender las cuestiones que nos inquietan porque pensamos que para poder actuar sobre una problemática hay que poder entenderla, y la rivalidad es algo que es muy tabú porque nos hace daño reconocer que somos rivales entre nosotras y es mucho más fácil y mejor barrerlo bajo el tapete. Es más fácil decir que es un problema que viene heredado del patriarcado y que no es nuestra responsabilidad, y si bien ese puede ser el origen, nosotras somos quienes lo estamos perpetuando, entonces hay que entender por qué tenemos este comportamiento, por qué tenemos esa mirada masculina y por qué la usamos para juzgar a otras mujeres con valores masculinos. Cuando hacemos esa conciencia, podemos comenzar a cambiar esa mirada y dejar de juzgarnos para tener más sororidad.
A: Queremos también ayudar a las mujeres a que logren pensar por sí mismas, a que puedan desvincularse de esos condicionamientos. Y ya que una vez se identifican los obstáculos, muchos de los cuales están ocultos en las entrañas de la sociedad, es mucho más fácil abordarlo. Cuando lo explicamos y lo investigamos, es precisamente para abrir esa conciencia y para que las elecciones tengan la oportunidad de ser tal vez un poco diferentes.