La inclusión no solo se atribuye a las personas con alguna discapacidad o preferencia sexual, sino a toda la comunidad que forma parte de nuestra sociedad
Cualquiera que haya sido tu respuesta, quizá no sea la correcta, porque el término “inclusiv@" abarca muchas personas y preferencias. Te invitamos a seguir leyendo y reflexionar si realmente lo eres o cómo empezar a serlo. Por JESSICA SERVÍN CASTILLO
No soy tu fuente de inspiración, muchas gracias”, afirma Stella Jane Young, activista y periodista con discapacidad durante una charla en TED Talks. Stella ha estado en silla de ruedas toda su vida y sí, está cansada de que su independencia y logros sean vistos como algo extraordinario, “el ejemplo para otros”, dice; un peso que debe cargar sumado a su condición física. “Soy una persona igual que tú, no soy diferente”, concluye. Y esto significa la inclusión: igualdad. Según la definición de la Real Academia Española, “inclusión” es la “acción y efecto de incluir” (poner algo o a alguien dentro de una cosa o de un conjunto). “La inclusión social se sostiene en la búsqueda del bien común para que todas las personas, sobre todo las vulnerables, tengan plena participación en igualdad con todos los individuos que la conforman”, menciona Georgina Cárdenas, investigadora y Licencia- da en Comunicación y Humanidades por la Universidad Autónoma de México.
¿Eres o te haces el o la inclusiv@?
Es decir, la inclusión no solo se atribuye a las personas con alguna discapacidad o preferencia sexual, sino a toda la comunidad que forma parte de nuestra sociedad; de ahí que el panorama se abre a todas las personas y grupos sin distinción o señalamientos específicos: indígenas, adultos mayores, veganos, ecológicos, fumadores, distintos grupos raciales, comunidad LGBTTTIQ+ y un largo etcétera.
Para Monserrat Vázquez, coordinadora de la agencia de vinculación laboral para personas con discapacidad en JUNTOS AC (asociación civil sin fines de lucro en México dedicada a hacer inclusión social y laboral de personas con discapacidad), la inclusión social “son las diferentes actuaciones, ajustes razonables o acciones afirmativas que tendríamos que realizar para que todos pudiéramos acceder y ejercer nuestros derechos”. Entonces, ¿qué nos toca? Primero, reconocer si realmente somos inclusiv@s y ser responsables de que con nuestras actitudes podemos empezar a construir una verdadera sociedad incluyente desde la familia, con las amistades, en el trabajo y la escuela, para que “todos tengamos las mismas oportunidades y podamos divertirnos, trabajar y tener una educación, sobre todo dejar de ver a las personas con discapacidad o de cualquier minoría, como personas a quienes se les debe cuidar”, afirma Frida Ramírez, líder de actividades de convivencia y voluntariado en JUNTOS AC.
DIME DÓNDE TRABAJAS Y TE DIRÉ SI ERES INCLUSIV@
Pero vayamos por partes. Uno de los ámbitos donde más es posible notar esta diferencia es en los espacios laborales. Por ejemplo, ¿sabías que en México, únicamente 40% de las empresas cuenta con una cultura de inclusión? Esto, según una encuesta realizada por OCC Mundial en 2021. O sea, estas empresas tienen políticas para personas en condición vulnerable. El mismo estudio asegura que 78% de l@s encuestad@s considera que las organizaciones en el país promueven la creación de empleo para las personas en situación de vulnerabilidad y que sí han observado una mayor consciencia de inclusión. Montserrat Vázquez afirma que existe una propuesta ya aprobada en el Senado de la República en espera de ser ley, la cual aboga por una reforma en la que las empresas que tengan desde 20 empleados, estén obligadas a asegurarse de que el 5% de estos sean personas con discapacidad. “Falta mucho por hacer, se sigue considerando a la inclusión como un tema altruista y no es así, es un derecho”, afirma.
El verdadero cambio
Para que exista un verdadero cambio a nivel laboral, principalmente lo que se necesita es tener mayor información, así como dejar de tener miedo. “Ser una compañía incluyente es pensar en una cultura que englobe muchos aspectos, desde la manera en que se habla y comunica, hasta la selección del personal o, refiriéndonos a las personas con discapacidad, adultos mayores o mujeres embarazadas, la adaptación de espacios para recibirlos (rampas, lugares para lactancia, entre otros). En JUNTOS AC buscamos la compatibilidad según las vacantes que nos llegan. Además, también hace falta que cada empresa tenga un comité de inclusión y diversidad, eso nos enriquece y fortalece”, opina Montserrat Vázquez. Cabe mencionar que esta organización ofrece un servicio de diagnóstico de accesibilidad para las empresas: llevan a un arquitecto especializado que analiza y entrega un manual donde se muestran montajes de las posibles adaptaciones como modificar baños o hacer puertas más anchas. “Estos cambios son 100% deducibles de impuestos, ya que hay una ley para que las empresas hagan estas reformas y obtengan un beneficio”, finaliza Montserrat.