El poder de tus palabras: Denunciar el abuso y el acoso sexual es un derecho

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Denunciar el abuso y el acoso sexual es un derecho y hacerlo con responsabilidad es la garantía de que otras víctimas sean escuchadas y tengan credibilidad. ¡No te detengas!

“Tenía 25 años cuando conocí el abuso sexual, pero no supe ponerle nombre. Necesitaba ganar más dinero porque acababa de nacer mi hijo y no tenía ayuda de su padre. Unos días antes, cuando salía de mi trabajo como asistente en una empresa, me topé con un sujeto bien vestido que me detuvo y me dijo que era promotor de modelos y que yo tenía los atributos para serlo; intercambiamos datos y no volví a saber de él hasta casi un mes después; me dio una cita muy cerca de mi trabajo y asistí. Llegando me habló de los proyectos que tenía, me dio elementos para creer que todo era cierto y después me dijo que necesitaba conocerme bien para saber en qué tipo de eventos podía incursionar. “En la primera cita y después de pedirme mis datos (talla de ropa, zapatos, etc.) me pidió que me desnudara para ver mis medidas y lo hice, pensé que era normal. Después me dijo que me recostara en un diván y que fingiera posar, lo hice de acuerdo con lo que él me decía que hiciera y después se sentó junto a mí y empezó a introducir sus dedos en mi vagina con suavidad mientras me decía que liberara mi rostro y demostrara sin vergüenza mis sensaciones, porque era importante para la prueba. Cuando terminó conmigo me pidió que me vistiera y prometió que me hablaría pronto. El supuesto casting se repitió una vez más y cuando su secretaria me vio llegar sonrió de manera burlona y maliciosa. Sabía lo que pasaba y no hacía nada. La segunda vez él se fue antes que yo y me quedé sola con ella, me inundaba la vergüenza y el asco por mí misma, y le confesé que me sentía violada. Su respuesta me hundió aún más: ‘¿Violada cuando regresaste una vez más por tu dosis de placer? Solo hay que ver tu carita sonrosada para saber que lo gozaste, ahora no te hagas la víctima’. Fue duro escuchar eso”. Aretta, nuestro testimonio, dice que se lo contó a su hermana, quien la ayudó a conseguir un abogado, la acompañó en todo el proceso de denuncia y así pudieron enterarse de que el sujeto en cuestión tenía un proceso previo que fue desestimado, porque la mujer que lo acusó había mentido en su declaración, y ahora era ella quien enfrentaba cargos. El caso de Aretta va muy lento, se ha enfrentado a que su palabra sea puesta en duda y otras injusticias, pero no piensa ceder porque, dice, no quiere que nadie más pase por la misma experiencia.

Víctima del despecho

Damián lleva 60 días en prisión de manera injusta. Su error fue mantener contacto con su ex novia a pesar de dar muestras de seguir obsesionada con él y por eso lo presionaba para que volvieran. Hace unas semanas, mientras él y un amigo tomaban unas copas en su casa, ella llegó sin ser invitada y les propuso tener sexo los tres, pero ambos se negaron. “Mi amigo y yo seguimos tomando y asumimos que ella había entendido, en algún momento nos quedamos dormidos, nos despertó el alboroto y las palabras altisonantes que nos lanzaban los policías. Lo que ocurrió es que mi ex pareja había denunciado abuso sexual y llegaron a detenernos. En breve te puedo decir que hasta el momento se han hecho las pruebas y han salido negativas, ella se arrepintió y dijo la verdad a medias, que yo no era culpable y se fue contra mi amigo, pero él sufre de disfunción eréctil y tampoco se encontró ninguna prueba de ningún tipo de abuso sexual. El caso es que hasta el día de hoy ambos seguimos presos sin razón y en espera de que el juez nos libere o... dicte sentencia, pero yo no quiero seguir aquí, le he dicho a mi familia que no podré soportar esto y que si me llegan a declarar culpable (siendo inocente) de alguna forma terminaré con mi vida”, relata vía telefónica Damián.

Un paso atrás

El movimiento #MeToo surgido a partir del famoso caso Weinstein que involucraba al poderoso productor Harvey Weinstein en casos de acoso y abuso sexual, fue impulsado por Asia Sargento, una de sus presuntas víctimas. Tomó tanta fuerza que muchas actrices y mujeres que trabajaron para él levantaron la voz y contaron su dolorosa experiencia. Sin embargo, en septiembre de 2018, Jimmy Benett, un joven actor, denunció a la lideresa del #MeToo de lo mismo: abuso sexual cuando él era un adolescente y relata que la mujer actuó de forma muy similar a la que ella denunció por parte del productor. Lamentablemente, el caso de este chico no avanzó, nadie le dio valor a su palabra y Asia Sargento se excusó diciendo que él se le había abalanzado y que ella se quedó congelada sin saber qué hacer; después responsabilizó a su marido muerto –Anthony Bourdain, quien se había suicidado apenas tres meses antes de la denuncia– de haber planeado darle a Benett una cantidad de dinero para callarlo, porque supuestamente los chantajeaba y también lo hizo para ayudarlo, porque pasaba por un mal momento económico.

Ante todo la verdad

Tus palabras son poderosas, fuertes y capaces de cambiar para bien (o para mal) la vida de alguien más; no se trata de quedarse callada, dice la abogada Araceli Antúnez: “El miedo a ser juzgada o a que se ponga en duda tu palabra, la vergüenza de haber pasado por esa mala experiencia o, en muchos casos, para no avergonzar a la familia, hacen que las afectadas se callen o que en el transcurso del juicio cambien sus declaraciones y aclaro, no porque mientan, sino porque es tanta la presión a la que son sometidas que llegan a dudar de lo que en realidad pasó, por eso es aconsejable hacer la denuncia inmediata y, por doloroso que parezca, anotar cada detalle ocurrido porque te sentirás más segura cuando sea necesario hablar de ello”. En México las mujeres asumen su derecho a denunciar, pero muchas de ellas ahora lo hacen por medio de las redes sociales y desde el anonimato, en unión al movimiento #MeToo que se ha retomado en nuestro país y se ha dividido por ramas (periodistas, músicos, productores, etc.), donde han salido a relucir nombres de personas que supuestamente han cometido algún tipo de abuso de índole sexual, y no se asume como un hecho, porque no se aportan pruebas y ni el nombre de quienes acusan. “Desde un punto de vista legal, no se puede dar cauce a estas denuncias por tres factores: no hay una parte acusadora formal, muchas de ellas no se han presentado ante las autoridades correspondientes y por redes sociales no aportan pruebas; sé que parece que falta credibilidad a sus denuncias por parte de la sociedad y de la ley, pero no es así, sino que es un proceso que se debe tomar con seriedad y con responsabilidad de parte de quien decide acusar, de otra forma no hay nada por hacer”, recomienda la especialista. La justicia, agrega Araceli Antúnez, debe ser igual para todos, sin embargo un hueco que se ha visto en todos los casos de denuncia, no solo en México sino alrededor del mundo con personas públicas es que a la parte acusadora se le da toda la credibilidad, en muchos casos sin aportar pruebas, mientras que el acusado de inmediato enfrenta el escarnio público y es relegado de su empleo sin ninguna investigación, lo que no es justo.

México se levanta

Un caso muy claro es protagonizado en nuestro país a raíz de este movimiento: la revista Forbes entrevistó a las fundadoras de Periodistas Unidas Mexicanas, quienes prefirieron mantenerse en el anonimato, y con respecto a la validez de los testimonios que se publican en su cuenta de Twitter revelan que: “Algunos testimonios no han sido publicados por no ser lo suficientemente contundentes”, y reconocen que no tienen un protocolo de fact checking. ¿Cómo seleccionan entonces? Ellas piden que los testimonios se apeguen a su código de denuncias y entre los puntos que consideran es que estos vengan de las propias víctimas y no de terceros para asegurar el consentimiento de las afectadas. Algunas de las pruebas que dicen tener de parte de ellas, es que en algunos casos presentan fotografías, conversaciones o el número de referencia de la denuncia ante las autoridades. Mientras tanto, en este caso en específico algunas de las empresas que se han visto involucradas, han tomado la medida de suspender a las personas que han sido acusadas a través de las redes sociales, sin más investigación ni prueba que su nombre haya aparecido ahí y esto es una muestra de la relevancia que tienen las redes sociales. Todo poder conlleva una responsabilidad, el tuyo es tu capacidad de hacerte respetar y de levantar la voz cuando seas víctima de cualquier tipo de abuso o de acoso, pero también depende de ti actuar con honestidad y de acuerdo con la ley. El camino más certero para poner un alto a este tipo de abusos es hacer valer tu palabra y llevar la verdad en cada una de ellas.

¿Cómo se detecta el acoso y el abuso?

Si sus palabras te hacen sentir ofendida o avergonzada, es acoso. Si te sientes temerosa y amenazada por la actitud del sujeto en cuestión, es acoso. Si le has dicho que pare de hacerlo y se burla o continúa diciéndote algo, es acoso. Si utiliza palabras obscenas, es acoso. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia sexual abarca actos que van desde el acoso verbal a la penetración forzada y una variedad de tipos de coacción, desde la presión social y la intimidación a la fuerza física. La violencia sexual incluye pero no se limita a lo siguiente: Violación en el matrimonio o en citas amorosas. Violación por desconocidos o conocidos. Insinuaciones sexuales no deseadas o acoso sexual (en la escuela, el lugar de trabajo, etc.) Abuso sexual de personas física o mentalmente discapacitadas. Violación sistemática, esclavitud sexual y otras formas de violencia particularmente comunes en situaciones de conflicto armado. Violación y abuso sexual de niños. Formas “tradicionales” de violencia sexual, como matrimonio forzado y “herencia de viuda”.

Por: María del Carmen López

Este artículo fue originalmente publicado en nuestra edición:

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