No te pierdas la entrevista que tuvimos con Mónica Lavín, la autora de Tonada de un viejo amor
Uno de mis clichés favoritos en el mundo literario es el de los amores prohibidos, sobre todo cuando los autores se atreven a tocar temas tabú que pueden desestabilizar al lector, porque eso es lo que queremos, sentir «algo» mientras leemos una historia ficticia. Mónica Lavín lo logró con Tonada de un viejo amor, un libro sobre las calladas pasiones de los personajes que alrededor de San Lorenzo luchan por el amor, la posesión, la aceptación y el olvido. Se trata de una novela que desborda sensualidad, donde el erotismo, los viñedos y las melodías de los años cuarenta y cincuenta se unen para dar vida a una obra sobre el deseo —aunque este sea prohibido— y la constante búsqueda por satisfacerlo.
Tonada de un viejo amor: el libro sobre un romance entre un tío y su sobrina que debes leer
¿Cuál es tu sello característico como autora?
Creo que lo que me ha importado siempre en la narrativa, tanto en el cuento como en la novela, son los personajes que se parecen a nosotros y que sobre todo siempre tienen este dilema entre la soledad y el amor, pero no nada más el amor de pareja, también el amor de la amistad y el amor al viaje. Lo que yo escribo es realista contemporáneo, tiene que ver con los grandes dilemas de la condición humana, pero en situaciones no extraordinarias, sino más bien ordinarias. Creo que mi escritura se caracteriza por una cierta agilidad y naturalidad que permite que sea leída como si fuera fácil, pero no quiero yo una mirada fácil sobre las cosas porque la vida no es sencilla.
¿Qué te inspiró a crear la historia de Tonada de un viejo amor?
Un viaje que hice al norte de México, en concreto a Parras, Coahuila. Hay un oasis, hay viñedos, hay nogales y tiene mucha historia. Tuvo su auge antes de la Revolución, y una vez en un viaje vi salir de una de las casas, pero ya me dio desvencijada, a una pareja ya mayor. Pero a ella se le veía todavía cierta belleza, ya sabes, cierta altivez; él era muy alto. Ella se había casado con él, un músico gringo. Cuando se lo trajo a vivir con ella, se casó con él y le dejaron de hablar, entonces me quedé impactada con esa anécdota. Dije ‘voy a hacer una novela’. Pensé en lo que pudo haber ocurrido con esta mujer a la que bauticé como Cristina Velasco y entonces le inventé a un tío y un amor secreto.
¿Qué tan difícil fue crear un pueblo ficticio?
No mucho porque se parece al real. No quise nombrarlo como el verdadero porque la gente tiende a pensar que se está haciendo una especie de documental, y además porque te obliga a que la gente no sepa diferenciar entre ficción y crónica o reportaje. Entonces el pueblo me sirvió de base. Yo era bióloga y me gusta mucho fijarme en el paisaje natural, entonces no me fue difícil.
¿Cómo te documentaste para regresar a los años cuarenta y cincuenta y escribir la novela en torno a estas décadas?
Eso fue más difícil; no sabía qué tipo de cigarrillos fumaban o qué coche usaban. No sabía cómo se vestían las mujeres o qué canciones escuchaban. Para recrear un ambiente verosímil me tuve que meter a revistas de época y a Internet. Recurrí a imágenes y a las películas que se veían en aquella época, porque también el cine dicta una relación con el mundo, una forma de vestir, una forma de actuar. Mis padres vivían en aquel entonces, así que eran una fuente muy fácil para documentarme; desde los álbums de fotos para saber cómo se vestían hasta saber qué música escuchaban.
El amor prohibido es uno de los clichés favoritos en el mundo literario, pero ¿cuál crees que es el sello distintivo de esta historia?
Primero, que el lugar es pequeño. La soltería en aquel entonces tenía un peso muy grande, la virginidad también, entonces este amor clandestino tiene que ver con el incesto, que además siempre ha sucedido en la vida y en la literatura. Entonces, ¿quién se va a enamorar de quién en un lugar tan pequeño? Es muy fácil que se miren dos de la misma familia, sobre todo si hay diferencia de edades. Porque sabemos de muchos primos que se casan entre ellos, pero un tío y una sobrina es mucho más complejo que ocurra. No sé si todo incesto sea así, pero en este caso es un acuerdo entre los dos, es un incesto en el que nadie está sometido por el otro y hay una un feliz encuentro que no puede darse puertas afuera.
La historia relata el romance entre un tío y su sobrina, de todos los posibles amores prohibidos, ¿por qué decidiste enfocarte en el incesto?
Yo creo que por la propia personalidad de Cristina Velasco, ¿qué otro amor podría haber sido prohibido para ella? El de diferencia de clases sociales no, porque Cristina era una mujer sofisticada que anhelaba el mundo, entonces entre los amores prohibidos me parecía que el más complejo es el que podía ocurrir con el hermano de su papá. Porque además me parecía que él ponía las cosas difíciles, pues era el soltero codiciado.
¿Crees que los temas tabú, en este caso el incesto, pueden ser apreciados de otra manera dependiendo del contexto de la situación?
Sí. Por ejemplo, yo creo que si tú vas de viaje a algún lugar y no conoces a un familiar tuyo y te presentan a tu primo, las cosas cambian. Además tiene genes que tienen que ver con los tuyos. El amor darwiniano dice que escogemos a alguien parecido para que los genes se propaguen, por eso a veces decimos que las parejas se parecen. Entonces pues el primo te puede gustar porque también hay un llamado genético. Me gusta pensar en eso, pero la razón va por muchas veredas que a veces te sorprenden, sobre todo cuando piensas que vivimos y habitamos un mundo con infinitas posibilidades.
El erotismo es clave dentro de este libro, ¿cómo crees que se ha transformado este concepto a través de los años?
Sigue siendo un lenguaje particular el erotismo o la sensualidad. El encuentro de los cuerpos tiene una forma de comunicación que es universal, es una forma no verbal que pide de cada uno de los participantes. Es una forma de ser y de estar, entonces creo que ese lenguaje desde luego sigue vigente, pero que hablamos de él con quizás más desparpajo.
Creo que desde luego la sensualidad y el lenguaje silencioso de los cuerpos, la llama doble, de la que hablaba Octavio Paz con tan buena fortuna, es parte de nuestra condición. Para mí el erotismo quizás ha perdido el valor que tenía en el sentido de que puede confundirse con lo pornográfico.
En el libro logras transmitir muy bien las pasiones ocultas de los personajes, pero ¿cuál es el mensaje que realmente buscas transmitirle a los lectores?
Más que mensaje, busco compartir esta historia porque creo que todos hemos visitado las pasiones amorosas, porque son una parte importantísima de nuestra formación sentimental y creo que se les teme porque nos vulneran. Toda pasión vulnera porque no sabemos a qué finalmente va a conducir. Quizás el mensaje es que el amor siempre es un territorio escabroso pero necesario, que no sabemos qué va a sacar de nosotros. Nuestra capacidad de amar es quizás lo más importante que podemos encontrar en la vida.