Dicen que la indiferencia es peor que el odio. A Meghan Markle le llueven ambos, desde por ser actriz hasta por ser una ambientalista a la que le gustan los avocado toasts.
Con los festejos del Jubileo de Platino de la reina Isabel II quedó claro que la Corona británica es rencorosa; no perdona ni olvida, y tampoco le importa aparentar. Fue por ello que como diría Carrie Bradshaw, “I couldn’t help but wonder… (No puedo evitar preguntarme…)”: ¿Para qué invitaron a Meghan y Harry a la ya mencionada celebración? ¿Por compromiso? ¿Para evitar ser los “malos de la película”? No soy experta en realeza, pero puedo decir que por lo publicado en la mayoría de los medios ingleses y australianos sobre su visita al Reino Unido después de dos años de haber renunciado a sus cargos oficiales, pareció más un plan tipo Blair Waldorf para humillar a los duques de Sussex.
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Como si hubieran estado en un capítulo de The Royals (otro guilty pleasure que te recomiendo), Meghan y Harry no fueron requeridos en todos los eventos del jubileo, y en los dos que sí asistieron tuvieron que lidiar con momentos de fría cordialidad (o ignore total) de parte de la familia real y con fuertes abucheos del pueblo. Tanto el príncipe Harry como su esposa Meghan cuentan con un nivel de popularidad mucho menor (números negativos) que el de otros miembros de la realeza (solo están por arriba del escandaloso Andrew) según una encuesta de YouGov.
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Meghan en corto cuando se unió a la realeza
A Meghan Markle no se le quiere por diversas razones. Es estadounidense y no proviene de una familia aristocrática como Kate Middleton (siempre se les comparó, por cierto). Además, cuenta con herencia afroamericana, un rasgo por el cual fue varias veces criticada en los tabloides de Inglaterra. Su profesión como actriz nunca le ayudó (sobre todo por las escenas candentes en Suits), tampoco el que no se ajustara a ciertas tradiciones o protocolos. Por último, se le ha considerado como la responsable de que el príncipe Harry rompiera lazos con su familia, especialmente con su hermano.
Échenle más leña al hate
¿Quién no quisiera huir de un lugar en el que no te sientes cómoda, tranquila, segura, amada? Nadie debería de culpar a Meghan Markle por querer ser feliz lejos de un ambiente tan tóxico como en el que estaba viviendo (no hay que olvidar cuando en entrevista con Oprah compartió haber sido discriminada en distintas ocasiones). Sin embargo, el odio está presente en todos lados. En un podcast, dos supremacistas blancos expresaron su odio hacia las relaciones de raza mixta usando a Meghan y Harry como ejemplo, considerándolo a él un traidor a la patria que debería de ser ejecutado. Para rematar, se refirieron al primogénito de la pareja, Archie, como una abominación por ser mestizo.
Por su parte, la conductora Megyn Kelly ha hecho más que evidente su desagrado por Meghan en diversas ocasiones. En el capítulo con Mark Steyn (otro hater de Markle), los dos sin duda pasan un gran rato burlándose de la parte “American”de Meghan, mientras hacen un recuento de lo mal que lo pasó la pareja durante el jubileo. Su cambio de residencia; de un pueblito en Canadá a Los Ángeles, fue otro objeto de crítica. Steyn, al igual que el conductor Piera Morgan, no bajan de falsa/hipócrita a Meghan, porque para ellos no puedes ser activista/humanitario/altruista y vivir bien o gustarte el Hollywood style. Si bien haber viajado en jet privado es un NO, así como haber aparecido en Uvalde fue una photo-op de muy mal gusto, estuvo fuera de lugar llamarla la “más mediocre actriz”. Como broche de oro está el #AvocadoGate. En 2019, Tom Leonard de The Daily Mail criticó a Markle por su faux pas al haber servido avocado toasts, pues la explotación de aguacates se ha relacionado con la escasez de agua, abusos de los derechos humanos, deforestación ilegal y destrucción de ecosistemas. Por Dafne Ruiz
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