La empoderada protagonista de Partner Track te inspirará… o te aplastará con sus Loubs
Debo confesar que odié los tres primeros capítulos de ‘Partner Track’. Nuevamente una protagonista “living the dream”; graduada de Harvard (sin beca financiamiento al parecer), una carrera prometedora, con no uno sino DOS intereses románticos (Nick, uno de los solteros más codiciados de La Gran Manzana), un departamento hermoso sacado de Pinterest, y un par de amigos incondicionales que tanto hacen falta en estos días. ¿De verdad se necesita un “in your face” de tal magnitud? *Spoilers más adelante Por DAFNE RUIZ
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No pude evitar pensar en Ingrid Yun (Arden Cho) como la Emily Cooper (Lilly Collins) pero en versión abogada. Ellas pertenecen al 2% de la población a la que le ocurren cosas o eventos extraordinarios. Nadie duda de su inteligencia, esfuerzo y dedicación, pero su mundo parece uno muy alejado de nuestra realidad. Antes que ellas estuvo Carrie Bradshaw, quien nos llevó a soñar y a creer que puedes vivir en Nueva York como una reina sin tener un trabajo de tiempo completo. También lee: Test: ¿puedes relacionar estos lugares con sus series y películas correspondientes?
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No hay nada grave en tener un role model, lo peligroso -y triste- es cuando lo aspiracional se transforma en frustración. Ingrid está casi en sus 30 y aunque ella no goza del white privilege, tiene casi todo bajo control (o al menos eso parece). Sus problemas son prácticamente los mismos a los que nos enfrentamos, con la única diferencia de que, si algo sale mal, llora en ropa de diseñador y bebiendo Dom Pérignon (tal como se muestra en un episodio). La crisis existencial y los dilemas de moralidad están presentes todo el tiempo. Por ello resulta aún más estresante no estar a la altura o en el mismo nivel que estas mujeres, sobre todo de Yun. Porque si algo es cierto es que por más frases inspiradoras que hay en Instagram sobre que cada persona vive a su ritmo, la comparación es algo inevitable. Ojalá todo fuera como en ‘Partner Track’ o ‘Emily in Paris’, viviendo bajo presión, pero al final siempre triunfando. Te puede interesar: Conoce a la menos famosa y verdadera ‘Emily in Paris’, en la que se inspiró la serie A pesar de los golpes recibidos y las injusticias, la protagonista sabe siempre que hacer o simplemente no se inmuta ni pierde la cabeza. Ni siquiera cuando se le inunda el departamento cae en el histerismo o desesperación. Claro, su príncipe azul está ahí para rescatarla, sin embargo no creo que sea el punto cuando ha quedado claro que Ingrid no necesita de alguien que la salve. Tampoco se quiebra cuando la arrestan por culpa de su hermana. ¿Es acaso un robot? Ser una mujer fuerte no implica que no se vale llorar.
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A lo largo de la primera temporada comete errores (muchos) por avanzar en su carrera y la incongruencia se hace cada vez más notoria cuando descubrimos por qué decidió estudiar Derecho. Lo más ‘karmático’ y a la vez aplaudible es el giro que se da en el último episodio, en el que se da cuenta que hasta su “alma gemela de mazapán de piña” está dispuesta a hacer todo por el éxito, incluso jugar en su contra. Lee: ‘Emily in Paris’: cuál es el verdadero estilo de las francesas. Como bien se lo dijo Jeff (Dominic Sherwood): “El idealismo no paga la renta”. Mismo caso que cuando consumimos este tipo de historias románticas. ¿Cuál es el precio que tenemos que pagar? Obvio necesitamos de estos escapes, pero llega un punto en el que no lo son más y comienzan a afectar nuestra salud mental. Vaya, es como tener una cuenta de Instagram en formato serie con la que te preguntas por qué no te ha salido un internship en París, por qué no vives sola (sin roomies) o por qué no hay un guapo heredero queriendo darte el mundo.
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