Todas estamos conscientes de que falta mucho para alcanzar la paz. Sin embargo, en el balance final hay que entender que somos la parte más importante de la solución.
¿En cuántas ocasiones, tan sólo durante los últimos meses, las redes han estallado por las vidas que incomprensiblemente les han sido arrebatadas a jóvenes mujeres? Seguro no las queremos ni contar. Es cierto, atravesamos por una situación delicada, pero tampoco podemos quedarnos como espectadores, es hora de tomar las riendas y decidirnos a vivir sin miedo, pero al mismo tiempo a poner manos a la obra para construir un futuro mejor y seguro para todos, sin importar el género, preferencia sexual, raza o ideología, todos merecemos vivir en paz.
1. MANOS A LA OBRA
Urge tomar conciencia y comenzar a hacernos cargo de que tenemos derecho a vivir sin miedo, porque no es normal, no es justo y, lo más importante, no representa una solución en realidad. Si nos ponemos rudas, es un factor que hasta acaba reforzando la violencia. Ciertamente, debemos ser precavidas. Pero la línea que separa la cautela y la alerta, del miedo que paraliza y enajena, es muy delgada. El asunto es que este último está diseñado para ser un mecanismo de sobrevivencia, que funciona como la antesala de la huida o el ataque frente a un posible enemigo. El miedo que sentimos es la señal para que nuestro cerebro segregue un shot extra de adrenalina y cortisol, que potencien nuestras capacidades físicas y mentales para ponernos a salvo. Pero atención que aquí está la clave: debería tratarse de un estado pasajero. Si permanecemos en él, nos podemos inmovilizar y perder de vista la gravedad de la situación, colocándola en los aún más peligrosos terrenos de la normalidad. Si no pasamos al siguiente nivel, el miedo acaba desactivando la creatividad para la búsqueda de salidas, enquistando la creencia de que no hay escapatoria y relegándonos a un rincón en el que, básicamente, nos limitamos a resistir y a aguantar hasta ya no poder. Hay que cuidarnos, sí. Y no exponernos. Pero chicas, transformar el miedo en una energía que nos permita diseñar estrategias inteligentes y efectivas para, no solo mantenerlo a raya, sino acabar con él, es el gran reto.
2. SEAMOS HONESTAS
Para ello, hay que conocer a qué nos enfrentamos. No nos engañemos, la cultura de la violencia es un hueso bastante duro de roer. De su complejidad han hablado tanto activistas como grandes teóricos de la sociología y la antropología. Aunque en apariencia el peligro proviene de los responsables materiales, esto no es exactamente así. Los que sueltan el golpe son los que cierran el círculo y constituyen la parte visible del fenómeno. Pero mostrarse con crudeza y sin disimulo, no es la única manera en que opera la violencia. Sus dinámicas sutiles son mucho peores, porque nos tienden trampas en las que sin darnos cuenta podemos caer y pasar, del lado de las víctimas al de las victimarias. A ver, respondamos con honestidad: ¿quién de nosotras nunca le ha entrado al slut shaming?, ¿alzamos la voz para detener ofensas o calumnias en contra de otra mujer?, ¿inculcamos y promovemos valores de respeto y solidaridad con un compromiso verdadero?, ¿trabajamos duro para apartar la violencia de nuestras vidas, empezando por las propias actitudes?, ¿jugamos limpio entre nosotras?, ¿ponemos límites a quienes nos maltratan?, ¿tenemos el valor civil de denunciar a los acosadores?, ¿en algún nivel somos agresivas, machistas, misóginas?... Sí, sabemos que es fuerte empezar a cuestionarnos todo esto, porque tal vez hallemos cosas que no quisiéramos que estuvieran ahí. Pero es la única manera en que de verdad podemos plantarle cara a la situación. Cortar el ciclo de violencia hacia las mujeres, desde las mujeres mismas, es la condición sine qua non para combatir al enemigo.
3. JUNTARSE Y EMPODERARSE
Frente a autoridades que nos quedan a deber y un marco legal que no funciona adecuadamente, realizar un frente común es la alternativa. Protegernos unas a otras, es una parte. El resto de la vuelta de tuerca consiste en comenzar a ejercer y enseñar con congruencia y verdad, la solidaridad y el respeto que requerimos como mujeres y seres humanos, de tal manera que logremos sembrar una semilla que cambie la mentalidad de la sociedad en general. “La unión entre mujeres es la mejor trinchera de defensa, protección y transformación”, dice la psicóloga Rachel Simmons. La autora de Enemigas íntimas, un perturbador estudio de la construcción cultural de la rivalidad femenina, como estrategia para colocarnos en un estado de indefensión, atacándonos unas a otras, llama a desaprender lo mal aprendido. “Juntas podemos comenzar a instaurar los valores de amor, paz y unión que tanto esta?n necesitando las sociedades actuales”. Hacerse unas de las otras, es también la base del empoderamiento. Desde el feminismo más hardcore hasta las facciones más moderadas, que llaman a ejercer la vida en sororidad (condición de hermanas), señalan la importancia de juntarse para empoderarse. Unir las voces en defensa de todas, comparecer en comunidad para denunciar, hacerse presentes con el fin de prestar ayuda y erigirse como una fuerza que ponga coto a la impunidad y genere el cambio, es la propuesta. Unámonos. Darnos las manos en esta lucha para poner un hasta aquí y trabajar por igual en el bienestar propio que en el ajeno es, quizá, la única puerta para salir de todo este horror. Comencemos con nuestras hermanas, amigas y compañeras en el trabajo. Continuemos con las desconocidas en la calle y más allá. Pongámonos del lado de las víctimas y evitemos convertirnos en una más, manteniéndonos proactivas, comprometidas y, sobre todo, lejos del miedo. Es importante que, además de estas acciones colectivas, también estemos alerta, claro, como ya te lo hemos dicho, sin rayar en el pánico o sentir que la solución es encerrarse en casa hasta que la situación mejore. Por ello, te proponemos una serie de recomendaciones que puedes seguir y compartir con la gente que te rodea para que entre todos nos cuidemos y vayamos construyendo un sitio mucho más incluyente para cualquier persona que nos rodee, pero sobre todo para ti y tus seres queridos. Es hora de hacer un cambio, chica Cosmo, recuerda muy bien que el primer paso es el más difícil; sin embargo, una vez que lo demos, sin duda alguna, nada nos detendrá. Cosmo recomienda: Estos son los mejores y peores países para ser niña 5 Celebs que han sido víctimas de violencia sexual