El dolor de una decisión
The struggle is real. En el mismo experimento, los participantes mostraron signos de sufrimiento al decidir si la compra les convenía o no, ya que en cualquier escenario se involucraba una sensación de pérdida. El hecho de comprar los zapatos y pensar que pagaste mucho dinero por ellos, es igual de difícil que el hecho de no comprarlos y sentir que pasaste de una gran oportunidad.
El valor sentimental de un objeto
La neuroeconomía es una ciencia que se enfoca en descubrir cómo se crean las burbujas financieras, pero también ha arrojado datos sobre nuestros patrones de shopping y nos explica que en realidad somos capaces de modificar el valor tangible de un objeto, lo cual forma parte activa de una decisión de compra. Imagina que tu cerebro se encuentra en plena escena de El lobo de Wall Street, tienes un par de zapatos brillantes al teléfono y decenas de corredores-neuronas arrojando números y opinando si se debe hacer o no la transacción. El resultado se basará en un mix de confianza y riesgo, tal como sucede en la bolsa. Según los economistas, este embrollo de pensamientos nos lleva a creer que gastar 10 mil pesos por un par de zapatos en nuestro cumpleaños es menos difícil que hacerlo un lunes cualquiera, o que no ahorrar este mes, con tal de tener el mismo modelo que le viste a Beyoncé, vale la pena... Las emociones afectan la percepción de nuestra economía y perdemos de vista el valor real del artículo.
La adquisición de una experiencia
Seamos honestas, a veces preferimos dejar los cálculos para los economistas y dar rienda suelta a nuestros gustos porque ¿dónde quedó la diversión? En esos casos es recomendable seguir el método de los compradores de experiencias. Según los autores de Happy Money: The Science of Smarter Spending, Elizabeth Dunn y Michael Norton, los objetos materiales te aportan menos felicidad que tus vivencias, por ejemplo, unas vacaciones o una cena con amigos te darían una sensación de más plenitud que un collar, no obstante, no podemos generalizar. Es verdad que si ya tienes el mismo par de zapatos en rojo y negro, tenerlos en azul no cambiará mucho tu contenedor de felicidad, pero, quizá, si compraste esos zapatos para celebrar tu primer sueldo y ya se convirtieron en tu lucky charm para primeras citas, estamos hablando de que compraste una experiencia. Lo importante es aprender a distinguirlas. ¡Busca objeto-experiencias!
No todas somos junkies
Hablamos de ser shoe addict de manera muy superficial, pero lo cierto es que aunque la adicción a las compras no está reconocida oficialmente como tal, sí puede representar un problema cuando, como todo en la vida, se excede. La línea entre el placer y el dolor es muy delgada, si no pregúntale a Anastasia Steele, y para poder verla y saber si eres del team #compradoresquegozan o #sufrolaexperiencia, analiza cómo te sientes antes y después de una compra. Nunca será normal sentir ansiedad o culpa una vez que tienes el objeto, tampoco ocultar tus artículos de tus seres queridos, quitarles las etiquetas o sentir vergüenza por portar algo nuevo. De acuerdo con el departamento de salud mental de la Universidad de Melbourne, todos estos comportamientos son un grito de alarma.
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