Frases como: “no trabaja, es ama de casa” o “tiene un buen marido, porque le ayuda”, suenan lapidarias ¿cierto? La labor de ser madre, no tiene precio. La imagen perfecta de la maternidad la has visto reflejada desde en las cajas de cereal hasta en ejemplos reales de mujeres que la asumen con responsabilidad y que se convierten en heroínas de su propia historia, pero sería interesante penetrar en la mente de las madres para darnos cuenta de lo que ocurre en su interior y que pasa desapercibido, incluso hasta para sus propios ojos. Ellas trabajan horas extras; se ha vuelto una broma entre madres –cuando salen de la oficina– decir que van a cubrir su segundo turno: abandonan el ordenador, guardan las zapatillas, recogen su melena, bañan al crío, preparan la cena mientras echan la ropa a la lavadora y organizan el día siguiente. Les han vendido la idea de que son multitareas porque su instinto materno las respalda, pero ¿qué tanto de esto es realmente verdad?
Mentes ¿maestras?
Si bien tener un hijo supone muchos cambios a nivel físico, también ocurre en el campo cerebral y es que, como explica el doctor Hans Olvera, investigador de la Universidad Iberoamericana, además de las alteraciones hormonales, las ideas preconcebidas acerca de la maternidad, las expectativas que una misma se impone y los agentes culturales, producen una serie de variaciones en el cerebro que llegan a poner en juego la salud mental de las mujeres y que no está considerado cuando se habla de los “riesgos laborales” de ser madre. Tener un hijo implica cuidarlo y prepararlo para que se convierta en un ser humano integralmente desarrollado, lo cual es un gran reto, pues supone ver por ti y alguien más en todos los sentidos, “esto representa una presión enorme porque están bajo la lupa de quienes les rodean y ejercen como jueces, incluida la pareja; ella pone en perspectiva su desempeño y la mayoría de las veces se autocalifica muy bajo”, dice el experto. Esto se refleja en la salud mental con trastornos de humor, sentimientos de ansiedad, de frustración y de falta de capacidad para cumplir con su tarea. Es un problema tan grave que ha despertado la conciencia mundial de asociaciones y organizaciones que han planteado conmemorar el primer miércoles de mayo de cada año el Día Mundial de la Salud Mental Materna y promover medidas para un entorno de bienestar.
Para muestra, un botón
En 2015, Keira Knightley levantó la voz para señalar a la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, quien apenas un día después que ella había dado a luz a la princesa Charlotte. Todos la recordamos salir del sanatorio radiante con su vestido azul, una hermosa sonrisa y su hija en brazos, hecho que molestó a la actriz, quien arremetió diciendo: “Ella había salido del hospital siete horas después de dar a luz, maquillada y con unos tacones. Esa era la cara que el mundo quería ver”, lo que señaló de antinatural. En cambio habló de su experiencia en una carta dedicada a su hija: “Mi vagina se rompió. Saliste con los ojos abiertos, los brazos levantados y gritando. Te pusieron encima de mí, cubierta de sangre y con tu cabeza deformada por el parto. Tú te agarraste a mi pecho inmediatamente. Hambrienta... Recuerdo el vómito, la sangre, los puntos de sutura. Recuerdo mi batalla y tu vida abriéndose camino. Sobrevivimos. ¿Y yo soy el sexo débil? ¿Y tú?”. Podríamos cuestionar quién de las dos hizo lo correcto, la primera, que más allá de su título nobiliario y el lugar que ocupa en el mundo, decidió levantarse y mostrar su felicidad, o la segunda, que se desahogó de lo que representó dar a luz. La respuesta, dice el experto, es que ambas son válidas, sin embargo, este tipo de comparaciones hacen que la maternidad se transforme en una competencia en la que nadie sale ganando y que sí deja a la deriva la estabilidad emocional de las mujeres.
¡Mamá exhausta!
Para los estudiosos del comportamiento humano, la maternidad es un trabajo, en especial cuando la pareja no asume su responsabilidad y se convierte en un proveedor económico. ¿Te ha pasado o has sabido de esos casos? Por desgracia son muy comunes, aun en esta sociedad en vías de conquistar un lugar digno para la mujer y más si mu- chas de ellas todavía creen que tienen a su lado a un hombre maravilloso porque “ayuda” con los hijos y con las labores del hogar. Ellas invierten entre 19 y 20 horas diarias en su jornada laboral y maternal. Y si a eso se le suma el hecho de que la mayoría de las veces no hay tiempo ni para alimentarte de forma correcta o hacer algo que relaje tu mente y cuerpo, es fácil entender el alto costo físico y emocional que pagan. Según un estudio de la Universidad Católica de Lovania, Bélgica concluyó que 72% de las mujeres que participaron en este análisis sentían cansancio físico con la maternidad y una gran sensación de frustración y culpabilidad, además de sentirse abrumadas, tristes y con miedo por creer que no eran buenas madres, sin atreverse a compartir por lo que viven en la clandestinidad, pues saben que es mal visto quejarse. El origen de este problema lo resume en una frase la profesora Susan Rubin Suleiman, de la Universidad de Harvard: “Las madres no escriben, están escritas” y explica: “La ausencia del yo materno ha contribuido a distorsionar e idealizar la imagen de la maternidad, convirtiéndola en una losa que cargan las madres sobre sus espaldas cuando la realidad desborda toda imagen que se hubiese podido crear de la experiencia”. Revertir los daños ocultos que supone la experiencia, dice el psicólogo Hans Olvera, dependerá de tu capacidad de mostrarte sin miedo y libre de tabúes. Ser mamá no te convierte en una máquina programada para hacer todo perfecto; en el camino cometerás errores, tendrás días buenos y otros que no lo sean tanto, pero si le pones nombre a tus emociones y pierdes el miedo a aceptar que a veces te sientes harta y quisieras salir corriendo, tendrás más elementos para superarlo y trascender la situación, porque al final del día, como también reveló el estudio de la universidad belga, el 42% de las mujeres que son madres, aseguran que desde que tienen hijos, han conocido lo que es el verdadero amor incondicional.
Un premio al esfuerzo
Ya sea que seas madre o tengas una, nunca olvides que... • Se trata de una de las labores más importantes que pueden existir, porque se encarga de la formación integral de las personas. • Necesitan ayuda: según un estudio realizado por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, 14.7 millones de mujeres en México son madres de familia y además tienen un empleo, por lo que sus jornadas diarias suelen ser en promedio de 19 horas, dedicándole en la semana 37.5 horas a las labores no remuneradas. • Según el Global Alliance for Maternal Mental Health, 70% de las mujeres que son madres comprometen su salud mental debido a la gran responsabilidad de criar a sus hijos.
Libera tu mente
Además de mamá, también eres la chica sexy, inteligente, divertida y con sueños, así que cuando te sientas superada por la maternidad, relájate y ve por alguna de estas actividades: • Date por lo menos 20 minutos para meditar y puede ser como aconseja Geshe Michael, un monje budista: un coffee meditation, es decir, disfrutar de tu taza de café en silencio. • Cuando sientas que no has hecho lo suficiente, recuerda tres cosas que te hayan salido excelente en el día o por las que alguien se mostró agradecido. • Por favor ¡pide ayuda! No tiene nada de malo reconocer que estás superada, renuncia al título de Super Mom y afróntalo con humildad y libertad, no tienes que ser perfecta. • Reserva por lo menos dos días a la semana el tiempo necesario para que asistas a clase de algo que te agrade y que te permita liberar tu mente y tus emociones. ¡Respira! Por: Maria del Carmen López
Este artículo fue originalmente publicado en nuestra edición:
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