Seguramente te ha pasado que estás saliendo con alguien y al principio, su amor parecía sacado de una película. Era atento, cariñoso y te hacía sentir como la persona más especial del mundo. Pero con el tiempo, algo empezó a cambiar. Ya no eres su prioridad, las pláticas giran solo en torno a él y cada discusión termina haciéndote sentir culpable. Si esta historia te suena familiar, podrías estar en una relación con un narcisista.
Los narcisistas suelen comenzar con el famoso love bombing, esa etapa donde te llena de cumplidos, regalos y promesas grandiosas. Te hacen sentir única, pero en cuanto se sienten seguros de que te tienen, su actitud cambia. De la noche a la mañana, pasas de ser su mundo a ser ignorada o tratada con indiferencia. Lo que antes eran mensajes interminables ahora se reducen a respuestas frías o monosílabos.
Poco a poco, te das cuenta de que todo gira en torno a él. Sus problemas, sus logros, sus necesidades… y cuando intentas compartir algo sobre ti, lo minimiza o cambia el tema. Si alguna vez mencionas que te sientes mal por su actitud, la conversación se transforma en una lección sobre lo mal que lo tratas o lo exagerada que eres. Porque claro, un narcisista nunca es responsable de nada. Si algo sale mal, es culpa tuya.
Y aquí entra el gaslighting, una de sus tácticas favoritas. Niega cosas que dijo o hizo, te hace dudar de tu memoria y te convence de que todo está en tu cabeza. “Eso nunca pasó”, “Estás exagerando” o “Si te hice enojar, es porque tú me provocaste” son frases que, sin darte cuenta, comienzas a normalizar.
Pero lo más agotador de estar con un narcisista es la montaña rusa emocional. Un día es encantador, cariñoso y te llena de atenciones. Al siguiente, es distante, frío o cruel incluso. Justo cuando sientes que ya no puedes más, vuelve a ser el hombre del que te enamoraste, haciéndote creer que todo mejorará. Pero la realidad es que nunca lo hace.
Con el tiempo, esta relación te deja drenada, insegura y con la autoestima por los suelos. Te das cuenta de que das demasiado y recibes muy poco. Si esto te está pasando, es momento de recordar que no necesitas su validación. Hablar con alguien de confianza o buscar ayuda profesional puede ser el primer paso para recuperar tu poder. Y si su comportamiento sigue dañándote, salir de esa relación no es una opción, es una necesidad.