En una relación existen muchas formas de amar, pero ninguna de ellas justifica la agresión de ningún tipo...
El rol de mamá y la dependencia
La importancia del maltrato psicológico está presente en el libro La zona segura (Lid Editorial), de Maribel Maseda. La especialista en psiquiatría habla de que “hay mujeres, muchas, que no saben separar su cualidad de mamá de su rol femenino”. Ella comenta: “En una relación de pareja no hay espacio para el papel de madre; actuar bajo ese rol se convierte en un problema”. Ambos, la víctima y el agresor, terminan necesitándose. La víctima porque siente que sola no es nadie, y el miedo, la angustia y la culpa no le permiten que haga nada al respecto, y el agresor se hace más fuerte con la dominación que ejerce.
La víctima perdona y justifica una y otra vez las acciones de su verdugo; es más, se acostumbra a una realidad que no es aceptable. No son tolerables la humillación, la intimidación, el control obsesivo ni las amenazas. En México, cuatro de cada 10 mujeres mayores de 15 años han sido humilladas, menospreciadas, vigiladas y amenazadas por su pareja, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011 (ENDIREH).
Distintas situaciones, mismas consecuencias...
Compruebo los efectos de la violencia cuando visito un lugar de ayuda psicológica a víctimas de maltrato. Son las 5:30 de la tarde y, como cada martes, se reunen aquí las afectadas para compartir sus experiencias. Hoy han venido Soledad, Mariana, Concha y Laura. Están sentadas en una mesa de madera cuando Montse, encargada de la sesión, me presenta. Me siento como ellas y ellas me aceptan.
Son muy distintas: Soledad tiene 67 años y 27 de ellos los vivió con un hombre que jamás le puso la mano encima, pero que la anuló como persona. Concha tiene 58 y apenas habla de sí misma. No dice nada, pero asiente como reconociéndose en los recuerdos que van lanzando las demás. Mariana, de 54 años, y Laura, de 25, son las más participativas, y las que tienen las historias más duras. En su caso, ambas sufrieron de malos tratos físicos y psicológicos. Las dos se enamoraron de hombres mucho mayores que ellas, quienes las sometieron, las controlaron y les dejaron secuelas que aún las perturban. Escuchándolas, comprendo que, aunque no haya un perfil de mujer maltratada, las consecuencias que el abuso deja en ellas son las mismas para todas.
Un delito difícil de probar
En 2011, de acuerdo con la ENDIREH, sólo 4.9% de los abusos emocionales en México fueron denunciados. Según el código penal, existen diferentes tipos de delitos, desde amenazas, hasta lesiones graves. Este reportaje me ha enseñado que, aunque no siempre que hay maltrato psicológico, hay maltrato físico, siempre que hay violencia física, la hay emocional. Por eso, calcular los casos de maltrato psicológico es prácticamente imposible, y probarlos, aún más.
Elena, la abogada voluntaria del lugar, me explica que lo más complicado es demostrar el maltrato psicológico, especialmente la frecuencia del mismo, y sin ello no es posible dictar una condena. Después de escuchar las historias, me ha quedado claro que este tipo de agresión tiene lugar en lo privado, sin testigos. La violencia que no se ve es la que más destruye. ¿Cómo puedes probar algo que, por lo general, se hace sin que nadie lo vea?
Elena comenta que muchos de estos casos de violencia contra la mujer se quedan sin resolver. Esto ocurre porque, con todo y una prueba perital psicológica para comprobar la situación de maltrato emocional, en muchas ocasiones, el informe llega a la conclusión de que el trastorno postraumático que sufre la víctima coincide con las consecuencias provocadas por un maltrato continuo, pero también deja abierta la posibilidad de que éste haya sido también causado por factores ajenos al abusador.
Superarlo, una carrera larga
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que, a menudo, las mujeres consideran que el maltrato psicológico es aún más devastador que la violencia física: “Un golpe, un moretón, por más grande que sea, se pasa. El daño psicológico puede durar toda la vida”, insiste Laura.
En algunos casos, las redes sociales y las nuevas tecnologías se han vuelto plataformas para cometer abusos y hostigamiento contra las integrantes de este género. Hoy en día existe acoso a través de redes sociales como Facebook y Twitter.
Montse Casasempere, experta en igualdad, asegura que este tipo de violencia ha aumentado muchísimo entre los jóvenes. “Nos encontramos con chicas de 12 a 14 años a las que sus novios les controlan el celular y las cuentas de redes sociales. Se inventan perfiles falsos y les mandan mensajes anónimos para ver qué contestan o cómo reaccionan. Eso por no hablar del Whatsapp como desencadenante de los celos y desconfianzas, con sus funciones de doble palomita y la posibilidad de ver la última conexión en la app”. La intensión del agresor es dañar la reputación de su pareja o ex, generar presión psicológica, y por eso, se publican fotografías comprometedoras, se revelan secretos o intimidades, y se desprestigia a las chicas. Además, en la mayoría de los casos, esto se hace de manera anónima.
Detecta si eres víctima de violencia emocional preguntándote lo siguiente:
*¿Te humilla constantemente al hacerte sentir inútil, tonta o sin valor por lo que haces?
*¿Te aísla de tu familia y amigos?
*¿Decide por ti sin antes consultarte?
*¿Controla tus ingresos?
*¿Controla tus movimientos: con quién, cuándo y a dónde sales?
*¿Se burla de ti en público o en privado?
*¿Te ignora o te insulta verbalmente?
*¿Te impide desarrollarte profesionalmente?