La inseguridad sobre la apariencia, el color o el olor de la vulva es más común de lo que crees, pero antes de entrar de lleno al tema, dejemos en claro algo: no hay una versión universal de ser “normal” en cuanto a tu zona íntima. Cada cuerpo es único, y la diversidad es la verdadera “normalidad”. Si alguna vez te has preguntado si la tuya se ve, huele o luce “como debería”, es momento de aclarar esas dudas.
Para empezar, el color de la vulva varía según la persona y puede cambiar con el tiempo. Algunas son rosas, marrones, rojizas o incluso tienen tonos morados. Esto depende de la cantidad de melanina en la piel y de factores como la fricción, la edad, el embarazo o cambios hormonales. Ahora bien, como tal no hay un solo “color correcto”. Sin embargo, si notas manchas inusuales, cambios repentinos en la coloración o inflamación, es necesario consultar a un especialista.
En cuanto a la forma, de nuevo, no existe un molde único que defina la vulva “perfecta”. Algunas tienen los labios menores más largos que los mayores, otras tienen pliegues marcados o un clítoris más prominente. Cada vulva es distinta, y eso no afecta ni su función ni el placer que puedes experimentar. Las únicas razones por las que deberías preocuparte es si hay dolor, molestias o cambios bruscos en la textura de la piel.
Ahora bien, si hablamos del olor, todas las vulvas tienen su aroma natural. Puede ser ligeramente ácido o metálico, sobre todo durante la menstruación, o más intenso después del ejercicio por la transpiración. Lo que no es normal es un olor muy fuerte, desagradable o acompañado de flujo inusual, ya que esto podría indicar una infección.
