Cuando se trata de intimidad, la meta siempre es disfrutar de un momento apasionado con tu pareja, pero muchas veces puede existir una vocecita en tu cabeza que te hace dudar de todo lo que haces al momento de estar en la cama. Esto se conoce como ansiedad sexual, la cual es ese temor o preocupación que surge alrededor de la intimidad, ya sea sobre el desempeño, el cuerpo o las expectativas en pareja. Aunque muchas veces se guarda en silencio, es más común de lo que imaginas y puede afectar a cualquiera.
Esta se puede manifestar con pensamientos como "¿Estaré haciendo las cosas bien?” o inseguridades sobre tu cuerpo. A veces, puede provocar que evites la intimidad o incluso experimentar síntomas físicos como aceleración del corazón o tensión muscular.
Algunas de las razones por las que esto ocurre van desde una autoestima baja, experiencias negativas, presión social, hasta problemas en la relación o condiciones de salud. Todo esto puede intensificar esos momentos de duda y hacer que disfrutes menos de algo que debería ser placentero.
Pero tranquila, hay maneras de superarla. Hablar con tu pareja sobre lo que sientes es un paso clave, la comunicación ayuda a reducir la presión y genera una conexión más profunda. Explorar tu cuerpo y aprender sobre lo que te gusta también puede darte más confianza. También te puedes apoyar de técnicas de relajación como el mindfulness o si lo crees necesario, puedes ir con un terapeuta sexual.
Recuerda, la ansiedad sexual no define quién eres. Escuchar tus emociones y buscar apoyo demuestra fortaleza y amor propio. Lo más importante es priorizar tu bienestar y encontrar el camino hacia una experiencia íntima más libre y satisfactoria.