Seguro tu o alguna amiga ha estado en esa situación en la que esa persona que menos atención nos presta es quien más nos atrae. Esa sensación de querer lo que parece inalcanzable no es solo un cliché, tiene mucho que ver con la psicología y temas sociales que explican por qué el desinterés puede resultar tan seductor.
Gran parte de este fenómeno se debe a cómo funciona nuestro cerebro. La teoría de la escasez, propuesta por el psicólogo Robert Cialdini, sugiere que valoramos más lo que sentimos fuera de nuestro alcance.
Cuando alguien no muestra interés, nuestra mente interpreta que esa persona debe tener algo especial o es alguien “exclusiva”, lo que automáticamente aumenta su atractivo. Es como si el simple hecho de no estar disponible lo convirtiera en un premio más codiciado.
Algo a destacar es que el desinterés tiende a ir de la mano con la autoconfianza. Alguien que no está desesperado por llamar tu atención proyecta una imagen de seguridad y autosuficiencia, dos cualidades muy atractivas.
Sin embargo, es importante diferenciar entre un desinterés genuino y uno estratégico. Si alguien realmente no está interesado, perseguirlo solo lleva a frustración y baja autoestima.
Pero si ese desinterés es más bien una forma natural de ser, basada en la seguridad personal y no en el juego de manipulación, es entendible por qué te puede parecer tan atractivo. Al final del día, lo que nos seduce no es la falta de atención en sí, sino lo que representa.
