Estás en el mood, todo parece ir bien, pero cuando llega el momento... nada. No hay emoción, no hay mariposas, y la excitación brilla por su ausencia. Y aunque parezca algo aislado, la falta de respuesta sexual en momentos en los que sí quieres conectar es más común de lo que imaginas y tiene muchas posibles explicaciones.
Empecemos por entender que la excitación femenina no es solo cuestión de deseo, es una combinación de factores físicos, emocionales y hormonales. Según un estudio de The Journal of Sexual Medicine, la excitación se ve afectada por factores como el estrés, la fatiga, los cambios hormonales y hasta la calidad de la relación con tu pareja. Es decir, si algo de todo esto no está funcionando bien, la excitación puede tardar en aparecer o incluso no llegar en absoluto.
Uno de los principales culpables suele ser el estrés. Si tu mente está ocupada en pendientes, preocupaciones o tensiones, es difícil que tu cuerpo se relaje lo suficiente para activarse sexualmente. El estrés eleva los niveles de cortisol, lo que puede inhibir el deseo.
Algo similar ocurre con el cansancio, si has dormido mal o estás físicamente agotada, tu cuerpo simplemente no tendrá energía para responder. En estos casos, la mejor solución es darte espacio para relajarte, descansar y no forzarte a sentir algo que en ese momento no surge de forma natural.
Los cambios hormonales también juegan un papel clave. Tu ciclo menstrual, el embarazo, la lactancia o la menopausia pueden alterar el deseo y la lubricación, haciendo que la excitación varíe en distintos momentos del mes.
Otro factor importante es la estimulación. La excitación no es algo que podamos prender y apagar a voluntad. Se necesita tiempo, caricias, juegos previos y tener claro qué te gusta. Muchas veces la falta de excitación es porque no hay suficiente estimulación física o mental.