¿Alguna vez te ha pasado, que pasas un largo tiempo pensando y fantaseando con la increíble noche de intimidad que te espera, pero en cuanto llega el momento, la experiencia es muy “equis”? Para ti y muchas otras mujeres, puede pasar que la anticipación, los mensajes sexis, el coqueteo o incluso imaginar lo que podría pasar pueden generar más excitación que el acto en sí.
Esto suele pasar porque cuando anticipamos algo que realmente deseamos, el cerebro libera dopamina, el neurotransmisor del placer y la recompensa. Esta sustancia está directamente ligada con la motivación y la excitación, lo que explica por qué tus fantasías pueden traer esta sensación de placer incluso más intenso que la experiencia física.
Hay varios factores que pueden influir en esto, y la imaginación juega un papel clave, ya que fantasear te permite crear el escenario perfecto sin las distracciones o preocupaciones del mundo real. También está el efecto de lo prohibido o lo nuevo, ya que lo que parece inalcanzable o diferente a la rutina tiende a ser más excitante.
Ahora bien, ¿es malo que esto te pase? Para nada. Es como cuando escuchas que el postre de un restaurante es delicioso, pasas días fantaseando con probarlo y el día que lo pruebas es un pastel más. La forma en que experimentas o no el deseo es completamente válida.