He estado en clubes de swingers. He tenido tríos. He conocido a gente en clubes, bares, librerías, eventos profesionales, conciertos, eventos deportivos, y tuve sexo con ellos minutos después. He sido dominante y sumisa en una relación sexual. Me gustaría decir que he hecho casi todo. Hasta que conocí a Mara, lo único que faltaba en mi vida sexual era un verdadero espíritu de parentesco- Nunca tuve una amiga con la que pudiera, sin dudarlo, contar y divulgar todas mis historias sexuales y escuchar a su vez historias que coincidían con las mías. Ella y yo nos conocimos en una fiesta de swingers, y hemos sido amigas desde entonces.
Una noche, tomando una copa, le pregunté a Mara qué haría su pudiera cumplir cualquier fantasía sexual de la vida real. La respuesta se salió de sus labios antes de que yo pudiera completar mi oración. Era como si estuviera leyendo mi mente.
“Vamos a organizar nuestra propia orgía”, dijo. Sus ojos estaban muy abiertos. Nos dimos cuenta de que nos lo debíamos a nosotras mismas: las dos habíamos tenido demasiadas experiencias sexuales en grupo en nuestro pasado que habían salido terriblemente mal. Inmediatamente, empezamos a discutir los detalles de nuestro escenario ideal. No demasiados hombres, no más de tres o cuatro. Acordamos una longitud y circunferencia mínima de pene: más de 8 pulgadas de largo y al menos 5 1/2 pulgadas de ancho. Hablamos sobre una estatura deseada, un tipo de cuerpo y rango de edad de los hombres que podríamos invitar. Las dos decidimos que no necesitábamos más mujeres porque queríamos ser estrellas en nuestra propia fantasía.
El proceso de selección
Después de comparar nuestros horarios, elegimos una noche de sábado a 2 semanas y media de distancia. Publicamos anuncios en sitios de sexo casual. Durante los siguientes días, Mara y yo revisamos los perfiles y respondimos con fastidio. Fue fácil eliminar a los que no calificaban: demasiado jóvenes. Demasiado viejo. Demasiado arrogante. Demasiado ansioso. Demasiado aprensivo. Los dominantes. Los que quieren controlar todo. Los machistas. Todos estos fueron eliminados de la lista de prospectos en un instante. Si cualquiera de nosotras sentía una vibra rara lo eliminábamos, sin preguntas.
Escuchamos también con respeto nuestros límites: los condones son necesarios, no se deben dar bofetadas o juegos bruscos, ser considerados con los demás, no monopolizar ninguna posición, persona o espacio. Eliminamos a los hombres que parecían ser egoístas y poco cooperativos. Los hombres que se encendieron claramente al formar parte de un grupo pasaron a la parte superior de la lista.
Al comparar notas e intercambiar fotos de sus caras, cuerpos y penes, no podíamos creer lo mucho que disfrutamos esta oportunidad de escribir nuestra propia fantasía. El proceso me hizo darme cuenta de que dependía de mí y de nadie más reemplazar las innumerables experiencias sexuales mediocres, aburridas y monótonas de mi pasada con exactamente lo que quería. Hay innumerables hombres dispuestos y ansiosos por ahí, así que, ¿por qué no usar esto en mi beneficio y crear una fantasía e la vida real para mí y mi amiga? En tantos aspectos de mi vida, prefiero el placer de los demás primero. Mi jefe, mis amigos, mi familia, tienen necesidades que yo (voluntariamente) pongo por delante de las mías todo el tiempo; esta sería una noche en la que todos se enfocarían en mí.
La gran noche
Cuando finalmente llegó la noche, nos registramos en el hotel y nos aseguramos de que la habitación fuera propicia para que un pequeño grupo tuviera relaciones sexuales. Reservamos una suite king con una gran sala de estar, asquee había lugares para sentarse, acostarse y descansar además de la cama. Reorganizamos las lámparas para que hubiera suficiente, pero no demasiada luz. Pedimos toallas y batas extras. Pusimos condones y pequeñas botellas de lubricante en ambas mesas de noche. Mara y yo nos vestimos escasa pero sexualmente, nos arreglamos y por fin estábamos listas.
Los hombres llegaron al mismo tiempo. Les pedimos que se sentaran en el sofá. Mara y yo nos sentamos en la cama y charlamos con ellos cuando comencé a tocarla ligeramente. La punta de mis dedos barrió sus hombros y la parte superior de su espalda, luego tracé su columna vertebral con una mano y les pregunté si querían sentir qué tan suave era su piel. Miré para ver quién se había levantado primero, sabiendo que lo más probable era que él fuera nuestro protagonista.
Mara se acercó a mí y guió mi cuerpo para que mi espalda estuviera con ella. Ella deslizó sus manos al centro de mi espalda y desabrochó mi sostén. Me di la vuelta para besarla y sentí tres manos diferentes sobre mi cuerpo. Durante la siguiente hora, siguieron nuestro ejemplo. Ella y yo nos turnamos para preguntarnos si queríamos probar ciertas cosas.
“¿Quieres estar encima de él ahora?”, le pregunté .
“Te toca estar con ellos dos al mismo tiempo”, me dijo mientras me sonreía.
“Creo que te gustaría saber cómo se siente dentro de ti”, le dije mientras me detenía para buscar otro condón.
La noche terminó con todo tachado en nuestra lista secreta de sexo: doble penetración, sexo vaginal con los tres, besos, caricias, lamidas y orgasmos por y en nombre de todos nosotros. Mara y yo estábamos felizmente exhaustas y envueltas en un abrazo suelto en la cama mientras los hombres se turnaban para refrescarse en el baño. Se fueron juntos después de darnos las gracias por permitirles ser parte de nuestra velada.
Las secuelas
El empoderamiento que sentimos fue sorprendente. Sabíamos que una orgía o cualquier tipo de sexo casual en grupo podría no ser la fantasía de todas las mujeres, pero pensamos en nuestras amigas y nos preguntamos si alguna vez habían orquestado una velada como ésta en sus propios términos. Nos preguntamos por qué no habíamos hecho esto antes, ya sea por nuestra cuenta o juntas. Le dije a Mara que esta noche me inspiró a tomar acción en otras áreas de la vida. Si pudiera hacer realidad una fantasía, ¿de qué más era capaz? ¿Qué otra cosa podría planear, trazar y ejecutar cuidadosamente por mí misma?
Esa orgía cambió mi perspectiva de mí misma para mejor. En lugar de decir “desearía poder” me encontré pensando cómo poder hacer que las cosas sucedan. Desde entonces, dejé de soportar pasivamente a los compañeros de trabajo que no me caen bien y ahora hago esfuerzos por aclarar mis límites. Escogí la pintura nueva para mi dormitorio y sala de estar, y contraté a un pintor en lugar de esperar a que alguien me ayudara.
A pesar de que experimenté el sexo en grupos en clubes swinger antes, esta fue la primera vez que no lo dejé a tiempo y oportunidad. Y me enseñó que tengo mucho más control y creatividad de lo que creía. Tal vez no necesitaba planear una orgía para obtener esta nueva perspectiva, pero, ¿qué podría ser mejor que elegir una fantasía sexual y hacerla realidad?
Si pude hacer esto; ¿qué me impide lograr algo más?
Este artículo fue originalmente publicado en Cosmopolitan UK
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