Ojo, no estoy diciendo que te despidas de tus fantasías ni tampoco de tus fetiches porque no podemos negar el romanticismo de los clichés en el sexo.
Aprendemos tanto de lo que vemos, escuchamos o leemos que parece que nos hemos convertido en… sí, un cliché. Más bien en una réplica amateur de todo ese contenido que ha sido ejecutado con majestuosidad, con un extremo cuidado y atención al detalle. Lo más lejano a la realidad. Si no tienes “chispa” u originalidad para ligar (todavía se usa ese término, ¿verdad?) o coger, lo más seguro es que recurras a imitar ciertas situaciones... Te sigo contando sobre los clichés en el sexo.
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El porno -desde el soft hasta el hardcore- es la máxima referencia que tenemos. Se consume a temprana edad, a escondidas, por curiosidad o morbo e impacta significativamente en la vida sexual de millones de personas. La mayoría de los hombres heterosexuales crece con la idea de que el -buen- sexo es/debe ser como en una peli XXX. ¿Estamos de acuerdo? Sí, sí, Dafne, ya dinos algo nuevo. Pues justo no se trata de proponer novedosas formas de foreplay, posiciones o actitudes sino de ampliar nuestros horizontes.
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No se trata de decirle adiós a todo lo que queremos cumplir. Gran parte de nuestras fantasías tienen su origen en lo que hemos registrado por años. Innovar en cada momento es misión imposible. Imagínate preguntarte todos los días o cada vez que se presente la oportunidad: “¿Y ahora?”. Por supuesto que vas a googlear “nuevas formas de…”. Si bien procuro ser espontánea, en un date no tengo problema en inspirarme en Catherine Trammel (Sharon Stone); cena, LBD, media botella de Moët, y por qué no, susurrarle a mi acompañante que ya no llevo ropa interior y, si bien le va, dársela en la mano por debajo de la mesa.
Apostar por la “primera vez” se vale mientras te excite. A mí la idea de detener el elevador para un quickie me resulta aterradora. En primer lugar porque detesto los ascensores y quedarme atorada ahí sin saber qué pasará me provocaría un ataque de pánico. ¿Tener relaciones en el baño de un avión? Madre mía, ¡qué incomodidad! Igual que en el coche. Después de los 30 te das cuenta de que no importa qué tan flexible seas, no tienes por qué contorsionarte como artista del Cirque du Soleil, tampoco aguantar movimientos torpes solo por haber visto a parejas de la TV hacerlo con la ley del mínimo esfuerzo. Lo cual me trae a la mente a la agente Carrie Mathison (Claire Danes) en Homeland. Uff, qué escena tan más excitante (pero que conste que tenían una puerta abierta).
Junto con el porno, comenzaste a incorporar clichés a tu vida sexual al haber pasado la noche -o la mañana o la tarde- en un motel. Te aseguro que en una sentada te anotaste un par de checks en la lista de clichés. ¿El potro? Check! ¿En la regadera o jacuzzi? Check! Y vas a coincidir conmigo que en la ducha es un reto… ¡o por favor que alguien me diga qué he estado haciendo mal! Todo parece sencillo en una escena de alguna serie o filme, pero hasta el sexo oral triplica su complejidad con la presión del agua. Además, siento que el acto en sí califica como uno de alto riesgo haya o no jabón de por medio.
Otro cliché sexual de los más comunes es el “Dime algo sucio”. Amo el dirty talk, pero pocos hombres con los que he estado saben hacerlo bien. Siempre termino diciéndoles lo que quiero escuchar. Entonces el cliché se demerita aún más, salvándose solo por mi única segura recompensa de poder llegar al clímax. En cuanto al uso de juguetes sexuales, no creo que caiga en esta categoría por el simple hecho de que se han vuelto parte esencial de la exploración y diversión. Al final, cada pareja los usa como quiere. ;)
De regreso al porno, nada malo con el roleplay, pero la influencia ha sido tal que las opciones se reducen a ser enfermera y luego colegiala. 10 en iniciativa, cero en originalidad. Dato curioso: En 2019, Pornhub reveló que el personaje de la Princesa Zelda fue el más buscado en su sitio. Así que si quieres ser Black Widow o una referí de fútbol americano para enseñarle quién manda, go for it, girl! Recuerdo cuando escuché por primera vez que Halloween es la oportunidad anual que tienen las mujeres para vestirse de manera provocativa sin ser juzgadas como p*tas. Me pareció estúpido porque en realidad todos creen que lo eres de todas formas a menos que uses un disfraz como el de Lindsay Lohan en Mean Girls.
Romper las prendas es otro cliché con el que no puedo. No creo que a nadie le guste ver desgarrada su ropita, ni siquiera que le desprendan los botones a la camisa. Por qué tanta prisa, mucho menos si hay privacidad. Y qué tal que al terminar la sesión te quedas a dormir, despiertas y… oh, oh, “no encuentras tu ropa”. Claro que sabes perfectamente dónde está (en el suelo, ¿dónde más?), pero decidiste tomar su camisa o t-shirt (del suelo) para ponértela y beber una taza de café o fumarte un cigarro.
Nadie puede negar el romanticismo del cliché. Difícil resistirse a vivir tu momento de película, lo sé, pero por favor, nunca tomes la sábana de la cama para lucir como una diosa griega. Hay límites.
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