Texto por: Kimberly Armengol Jensen
Nos venden cuentos de hadas, películas con sobredosis de lágrimas, odiseas absurdas y tragedias literarias para retratar un amor a prueba de todo. Y si hablamos de la industria musical... uf, la cosa se pone peor. Los más grandes hits románticos están plagados de sacrificio, engaño, celos y duelo. ¿En verdad un amor épico debe ser así? No y mil veces no.
Por cuestiones comerciales, las historias shakesperianas y las cintas comerciales hablan de historias intensas, poéticas, apasionantes que -vistas con objetividad- deberían ser objeto de monitoreo y terapia psicológica. “Sin ti, mi vida no tiene sentido”, “te necesito”, “te esperaré por siempre”, “el amor todo lo soporta”... son frases disfuncionales que corresponden a un amor irreal, enfermizo, inalcanzable y fantasioso.
Claro que no se trata de ser cínica ni de no desear construir una relación amorosa fuera de serie. Todas y todos queremos eso, pero hay límites El amor verdadero no es sacrificio y, mucho menos, dolor. El amor romántico también nos contamina con la idea de que “todo se puede”. No importa que el espécimen en cuestión tenga una colección de red flags, estamos seguras de que “va a cambiar”, “es así por una infancia dura”, “con mi amor podrá cambiar”, “en el fondo, me ama, pero no sabe cómo demostrarlo”.
¿Cuántas veces nos quedamos atrapadas en una relación con alguien que te trata regular porque en el fondo dices que es bueno? Spoiler: nunca va a cambiar. Basta ya de celebrar la enfermedad como a un ícono del amor eterno.
Y sí, Julia Roberts lo puso mejor que nadie: “Mujeres, ustedes no son el centro de rehabilitación de hombres criados erróneamente. No es su trabajo cambiarlos. Ustedes quieren un compañero de vida, no un proyecto de labor social”.
Un amor bonito
Cuando estamos atrapadas en relaciones tóxicas o mediocres, no es porque queramos ser la mártir ni porque seamos generosas o tengamos un corazón más grande que el resto: es porque creemos no ser suficientes para algo mejor.
¡Exacto! Creemos que nos merecemos eso y que solo nos alcanza para un amor deficitario. Algunas piensan que es lo máximo a lo que pueden aspirar, mientras que otras se convencen de que estar solas sería un fracaso, alimentando absurdos como el famoso “ya se me fue el tren”.
Tenemos que empezar a entender algo muy importante: estar solas o encarar una separación o divorcio no es un fracaso. Quedarse en una relación que te va apagando, drenando la energía y matando los sueños... eso sí lo es.
El amor verdadero no necesita sacrificios teatrales ni dramas innecesarios. ¡Qué flojera! Para encontrar un amor bonito, sano y real es indispensable paciencia, cariño y respeto. Si alguna de esas cosas falta, no es sano, no importa cuántas excusas nos digamos.
Y no, no se trata de encontrar un príncipe azul (esos ni existen), pero sí de construir una relación que te sume, te respete, te impulse, te admire y te cuide sin condiciones. Nuestra pareja debe ser ese espacio donde nos sentimos libres, seguras y acompañadas. No aceptemos menos que eso. Nunca.