Toma nota de lo que jamás debes poner en práctica al realizarte una ducha anal
¿Qué son las duchas anales? Esta práctica de higiene se realiza, especialmente, cuando una persona va a tener sexo anal, esto con el objetivo de eliminar la materia fecal que haya en el recto para que cuando haya penetración, puedas evitar un “accidente”, es decir, que de forma involuntaria salgan restos de excremento.
De acuerdo a la Dra. Laura Salazar, para llevar a cabo una ducha anal se debe utilizar una lavativa (la bombilla el que tiene forma de foquito) y succionar agua. Antes de insertarla en el recto, puedes utilizar lubricante para facilitar la tarea y estimular la zona. Posteriormente, deberás introducir la boquilla, aplastar para sacar el agua e intentar retenerlo unos segundos. Repite la acción hasta que el agua salga limpia (no va a salir totalmente limpia, pero ya no va a salir materia fecal). Esta es una forma de asegurar —a menos que tengas problemas gastrointestinales— que no vas a tener un accidente en una relación sexual.
Lo que nunca debes hacer durante las duchas anales
Evita poner en práctica algunas acciones específicas durante las duchas anales. Toma nota:
No más de una ducha anal a la semana
Es muy importante no realizar más de una ducha anal por semana, porque cada vez que las hacemos la zona se inflama y los vasos sanguíneos se dilatan, así que
si nos excedemos nos hacemos muy susceptibles a las infecciones porque la función del ano es absorber
Agua de grifo
Es sumamente importante que el agua que utilices para realizar la ducha anal sea fresca y purificada, pues la del grifo puede contener bacterias y parásitos que al entrar directamente en contacto con el colon, pueden llegar generar una colitis o una infección.