San Valentín es la excusa perfecta para una noche llena de pasión, pero también es el día en que ciertos accidentes en la cama se disparan. Pero hay uno que se lleva el premio al más común en esta fecha: la fractura de pene. Aunque suene aterrador, este accidente suele ocurrir cuando la intensidad se sale un poco de control.
Para empezar, el pene no tiene hueso, pero cuando está erecto, su tejido se llena de sangre y se vuelve rígido. Si se dobla bruscamente con mucha fuerza o en un mal ángulo, puede producirse una ruptura en la membrana que mantiene su estructura.
Esto es lo que se conoce como una “fractura de pene” y, según estudios en Advances in Urology, las posiciones de alto impacto como “la vaquera” o “de perrito” son las principales culpables.
¿Y cómo saber si esto pasó? Bueno, el cuerpo no deja mucho espacio para dudas. Se escucha como que algo truena o cruje de manera repentina, seguido de un dolor intenso, hinchazón y un cambio de color en la zona. Además, mantener la erección se vuelve imposible.
Si algo así pasa, tienen que ir de inmediato a urgencias. No es algo que se cure solo y si no se trata, puede generar problemas como disfunción eréctil o curvatura permanente.
Ahora bien, no se trata de entrar en pánico y cancelar una noche intensa de pasión. Para evitarlo, la clave está en cuidar las posiciones, evitar movimientos demasiado bruscos y, sobre todo, escuchar al cuerpo. Si algo duele o se siente fuera de lugar, mejor hacer una pausa antes de que la pasión termine en una visita al hospital.