Si alguna vez has escuchado que “la vagina pierde su forma” después de tener mucho sexo, empecemos por aclarar, que esto no es más que un mito. La realidad es que la vagina es un órgano increíblemente elástico, con una gran capacidad para expandirse y contraerse según sea necesario. Puede acomodar desde un tampón hasta un bebé durante el parto, y aun así, volver a su estado natural.
Lo que es cierto es que después de un encuentro íntimo, los músculos vaginales pueden relajarse temporalmente, pero esto no significa que pierdan su firmeza. La elasticidad de la vagina le permite adaptarse sin quedar “agrandada”, independientemente de la frecuencia con la que tienes relaciones o el número de parejas sexuales.
Sin embargo, sí existen factores que pueden traer cambios con el tiempo. La edad y los cambios hormonales pueden afectar la elasticidad y lubricación vaginal, especialmente después de la menopausia. El embarazo y el parto vaginal también pueden provocar un mayor estiramiento, pero, los músculos pueden fortalecerse con ejercicios de suelo pélvico.