Todos los hombres tienen a su ‘velita encendida’, agarra tu dignidad y autoestima y evita ser tú…
Ser una ‘velita encendida’ significa estar atrapada en un bucle eterno de despedidas y llegadas sinfín, pero lamentamos decirte que esa persona jamás te va a elegir a ti porque se encuentra muy cómodo en la posición que le has permitido tomar.
Hoy en Cosmopolitan hemos preparado para ti una lista de señales inequívocas de que eres su ‘velita encendida’ y quizá no te habías dado cuenta.
¿Qué es una ‘velita encendida’?
Una ‘velita encendida’ es, como dijera Luis Miguel, la incondicional. Esa persona que aspira a ser pareja oficial, pero sólo es a la que acudes cuando no tienes un mejor plan, esa persona se encarga de recibir las migajas de amor y pasión que alguien más despreció y no tiene ninguna esperanza de formar una relación seria y formal porque siempre está dispuesta a todo en cualquier momento.
Las consecuencias psicológicas de este tipo de relaciones son bastantes, ya que, al no existir un compromiso sexoafectivo real, puede tener impacto en la autoestima y la dignidad de quien es ‘la velita encendida’, otras consecuencias son:
- Deteriora aún más la autoestima baja.
- Minimiza tu valor como persona.
- Aunque tienes expectativas de formalizar una relación, en el fondo sabes que eso no pasará, sin embargo, no puedes relacionarte con otras personas porque sigues esperando.
- La ansiedad aparece cuando te das cuenta de que todo lo que has invertido en esa relación no tendrá recompensa.
Señales de que eres su ‘velita encendida’
- Más allá de las fantasías que tienes con una relación formal, en realidad él no tiene intenciones de comprometerse contigo, por eso prefiere ‘no poner etiquetas’.
- Siempre habla de los múltiples problemas que tiene a causa de su ex, su familia y sus hijos, se desahoga constantemente contigo.
- Es una relación ambigua, no tienes claridad y quizá prefieres no hacer preguntas porque en el fondo sabes las respuestas.
- Tienes un historial de cabos sueltos con todos tus ex, algunos reaparecen de pronto o quizá nunca se han ido.
- Tuviste una infancia difícil, por lo que es muy evidente que tienes la herida de abandono.
- Le huyes a las rupturas emocionales y te aterra el rechazo, no sabes decir adiós definitivamente.
- Cuando piensas en terminar definitivamente sientes ansiedad y también celos exagerados.
- Constantemente te planteas la posibilidad de poner límites, pero no puedes hacerlo.
- Eres una persona sumamente maternal, es decir, lo cuidas, lo escuchas, lo conscientes y siempre estás ahí para él, pero nunca se queda.
- Crees que el amor todo lo puede, aunque no te explicas porque no termina de concretarse esa relación, aunque quieres convencerte de que es un cuento de hadas, en realidad vives una pesadilla con miedo al final definitivo.