El mejor sexo de mi vida fue... con un monje

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“El mejor sexo de mi vida fue con un monje..” Anita vivió algo más que un despertar espiritual en su viaje por la India...

“Poco después de graduarme terminé con mi novio de cinco años. No quería pasar el verano sola, así que le dije a mis papás que los acompañaría a su viaje anual a la India. Estaba emocionada aunque me sentía muy frágil. No me gustaba la idea de regresarme sola a casa, pero debía hacerlo porque debía prepararme para una entrevista de trabajo. Después de una hora en la fila de inmigración me sentía exhausta cuando vi a un chico parado del otro lado y me llamó la atención su túnica anaranjada. Mi mirada siguió analizando y se podía ver a través de la tela que tenía un abdomen bien definido, además de un bronceado espectacular. Inmediatamente me hizo sentir mariposas. Traía la cabeza rapada, pero me di cuenta que tenía una pequeña ponytail. Sabía que este era un estilo de los monjes hindúes, así que al instante me sentí totalmente fascinada. “¿A todos los ves tanto tiempo?”, me preguntó, sonriendo. Ambos nos reímos y mientras esperábamos nuestras maletas intercambiamos historias de por qué visitamos la India. Resulta que había sido un monje en un ashram cerca de Chaupati durante los últimos seis años, pero recientemente decidió dejarlo y regresar a casa. Se notaba que no quería hablar mucho del tema, por lo que decidí no presionarlo. Descubrí que iba camino a casa de sus padres y mi taxi iba a tomar esa misma vía. Le ofrecí un ride y hablamos muy fluidamente durante esa hora. No sabía si estábamos coqueteando; sentía que sí, pero recordaba que era un monje, así que no estaba segura. Cuando llegamos a mi casa, le invité algo de beber. Me dijo que no, que no bebía alcohol. Mi estómago se retorció hasta que me dijo “pero sí bebo té”. Nos bajamos del taxi, entramos a la casa y nos sentamos en el sillón con nuestras bebidas. Había una tensión sexual palpable entre nosotros y después de 20 minutos me besó. Lo llevé arriba, a mi habitación, acomodándome en la cama mientras se quitaba la ropa. Había algo en la manera en que lo hacía, con mucho cuidado y convicción, que me hizo desearlo más. Me besó profunda e intensamente en el cuello y en el pecho. Siguió bajando y usó su boca y dedos de una manera que jamás había sentido, muy hábilmente. Estaba cerca de alcanzar un orgasmo pero se detenía para volver a empezar de cero, lo cual hizo que mi cabeza reventara. Cuando finalmente me vine, fue increíble, pero todavía no acababa. Se desnudó por completo y se sentó en la cama con las piernas cruzadas y me acomodó encima de él. Al principio fue un poco incómodo, pero me guió moviéndose de arriba a abajo. Esto era sexo tántrico, sacado del Kamasutra. Tenía posiciones completamente diferentes de las que había experimentado con mis otras parejas. Tuve un orgasmo tras otro, a veces al mismo tiempo que él. Alucinante. Estuvimos como dos horas juntos. Después, recostados y exhaustos, me dijo que era la primera vez que se acostaba con alguien en seis años. Se fue al rato pero no sin antes darme un abrazo de 30 segundos, y me explicó que es el tiempo que toma sentir el aura de otra persona. Dijo que la mía era muy poderosa, lo que me encantó”.

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