Los robots son una de las tendencias sexuales del futuro, ¿cómo serán y cuál será su función?
¿Los robots serán las mejores parejas sexuales en el futuro? Así lo sugiere el reporte futurístico de LELO, la marca de juguetes sexuales. Y es que una de las tendencias que figuran en esta investigación es que los robots jugarán una parte importante de nuestro desarrollo sexual y emocional.
“Es probable que dentro de 50 años no hayamos creado un robot que podamos considerar realmente consciente, aunque para entonces quizá tengamos una mejor definición de lo que es la conciencia. Sin embargo, sí podremos crear un robot que ofrezca un símil muy cercano de la vida, al menos en un conjunto limitado de circunstancias”, se lee en el reporte.
Así será el sexo con los robots en el futuro
Esto crea un problema de definición: ¿qué es una relación si un participante sigue siendo, a todos los efectos, un objeto, sujeto a las instrucciones de otra persona? Las relaciones son importantes en parte porque nos desafían, nos obligan a negociar y llegar a acuerdos. Por sus imperfecciones. Los robots no nos desafiarán, a menos que se lo digamos.
El reporte hace mención a que actualmente ya contamos con conexiones profundas con objetos inanimados, y ponen como ejemplo los coches y peluches, los cuales dotamos de personalidad e incluso mantenemos conversaciones imaginarias con ellos.
“Dentro de 50 años habrá muchos más robots y tendrán mucha personalidad, aunque programada. Interactuaremos con ellos a menudo, ya sea trabajando a nuestro lado, repartiendo paquetes o ayudándonos a envejecer. Lo más probable es que tratemos a muchos de estos robots como si estuvieran vivos. Y podríamos considerar que tenemos una relación con algunos de ellos, aunque no sea sexual”, revelan y añaden que incluso con la tecnología actual, existen individuos que tratan a sus muñecos sexuales como a un compañero de vida. Por lo tanto, conforme la tecnología evolucione, será inevitable que más personas tengan experiencias sexuales con robots.
Sin embargo, los robots podrían reforzar ideas poco realistas sobre las parejas humanas o permitir a la gente ensayar fantasías peligrosamente extremas.
